Tres episodios que marcaron la vida de Francisco “Pancho” Soriano

“Un improvisado equipo de muchachos vendíamos paquetes de maní en playas de la Ciudad Bandera para reunir dinero que sirviera luego para comprar sacos de harina, material base para los futuros uniformes”, relata hoy el narrador, periodista, comentarista e historiador.

“Casi cuando estaban listos se acercó un funcionario del gobierno para sugerirnos elevar la propuesta, de un uniforme con todas las de la ley, a la heroína Celia Sánchez Manduley, y la carta se escribió, se mandó y el milagro resultó”, prosigue.

“Poco tiempo transcurrió antes de que llegaran guantes, bates pelotas y unos vistosos atuendos beisboleros con el nombre de Fidel en la chamarreta, algo que al día de hoy no he visto en ningún otro seleccionado, desde el alto rendimiento hasta la liguilla del fango en la escala de niveles deportivos”, cuenta.

Tampoco se le borra de la memoria al “Elegante de Cárdenas” la primera incursión frente al micrófono, sin preparación alguna y vestido de pelotero, mientras dirigía al equipo Papeleros, representante de un humilde barrio cubano de 1965.

“Se me acercaron Ricardo Medina y Argilio Rodríguez, narradores de aquella época, para proponerme comentar en la radio sobre el desarrollo del desafío de béisbol y le respondí que jamás había hablado por micrófono, pero acepté el reto”, revela Soriano.

“Lo hice entre innings alrededor de 15 veces durante el transcurso del choque y al otro día me planté ansioso a la misma hora en el mismo lugar para volver a comentar pero no se dio transmisión, creo que ese día el bichito de la narración y el comentario deportivo se coló dentro de mí para siempre», espeta.

A Beijing, China, llegó el sobresaliente profesional para apoyar la cobertura periodística de los Juegos Olímpicos de 2008, hecho al cual considera una experiencia de las más grandes, en la cual tuvo oportunidad de conocer a alrededor de cinco mil periodistas de todo el mundo.

“Guardo especial recuerdo de mis narraciones de la final del baloncesto, con aquel “Dream Team” norteamericano; de la discusión de la medalla de oro del hockey sobre césped, además de competencias de remo, canotaje, levantamiento de pesas, atletismo y balonmano”, rememora.

“De la ciudad ni que decir, la capital de la nación asiática es todo desarrollo con edificaciones increíbles y del pueblo la amabilidad, laboriosidad y el respeto con que nos trataron, lo mismo en el hotel, que en el centro de transmisiones, que en las propias calles de Beijing”.

“Incluso su talento para el idioma, para aprender palabras y frases en español, nombres de atletas de la mayor de las Antillas y, por supuesto, para gritar bien alto algunas malas palabras, esas las memorizaban con una facilidad increíble”, dice sonriente el premiado por la Obra de la Vida.

 

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