García Márquez: “Siempre me interesé en la radionovela”

(Donde continuamos narrando sobre la radionovela que escribió el Nobel de literatura colombiano, antes de ser Nobel)

Confesó García Márquez que tuvo “viejas ilusiones con la literatura de lágrimas”, pero eso lo sospechábamos antes que lo dijera, al saber su gusto casi enfermiso por los cuentos que narran los vallenatos colombianos y los boleros (primero cubanos solamente y después cubanos y mexicanos), donde se derrama tanta lágrima que bien provocar una subida del nivel del mar con más eficacia que con lo que lamentablemente está sucediendo por el derretimiento de los hielos polares.

Después el Gabo se alejó otra vez de los dramas radiales, hasta que oyó “El derecho de nacer”, de Félix B. Caignet y las ilusiones le retoñaron. Fue entonces cuando escribió su única radionovela, pero la experiencia fue traumática y para colmo leyó “El viejo y el mar”, de Hemingway, que le llegó de sorpresa en la revista Life en Español, dijo, y dijo que “eso acabó de restablecerme de mis quebrantos”.

Pero vayamos paso a paso, que aquí significa que organicemos cronologicamente la cadena de causas y efectos.

El vendedor de enciclopedias y libros científicos y técnicos que era entonces García Márquez llevaba semanas esperando que quienes habían cogido fiada su mercancía, les mandaran el dinero. Pero lo que hicieron los compradores fue mandar los libros de vuelta. De todos modos, el Gabo suspiró aliviado, pensando que cuando los dueños los recuperaran algo le pagarían. Y le pagaron. Pero el dinero no le alcanzaba para saldar la deuda que tenía en el hotel.

Julio César Villegas, que era un peruano emigrado en Colombia y principal animador de la venta de las enciclopedias y libros, andaba por esos días hablando sin cuento de la novela “Se han cerrado los caminos” de la escritora barranquillera Olga Salcedo de Medina, que había provocado un alboroto más social que literario, (algo semejante a lo que ocurrió con “El derecho de nacer”).

No era gran cosa la novela de la Salcedo, aunque el tema sí es muy serio y la gente estaba interesada, incluso, hasta quienes decían que no lo estaban; la prueba es que solo en Barranquilla vendió cinco mil ejemplares en los primeros veinte días. (Trata la novela de la relación amorosa entre un hombre casado y una mujer soltera, y para colmo la autora se declara defensora del derecho que tienen las mujeres a ser tenidas en cuenta como mismo los hombres, incluso, en el derecho a divorciarse). Sin embargo, al leer la palabra “divorcio” el obispo de la ciudad se opuso radicalmente, como era de esperar.

Y para colmo, hay un pasaje donde la heroína, desnuda delante de un espejo, se solaza de su belleza. Eso escandalizó a las madres que prohibieron a sus hijos esa lectura y los obligó a encerrarse en los baños para leerla.

“De todos modos, la novela de la Salcedo había provocado un fenómeno popular que los escritores no podíamos ignorar”, dice García Márquez y eso se lo comentó a Villegas. “Él me propuso que escribiera la adaptación con la malicia bastante para triplicar el vasto auditorio ya amarrado por el drama radial de Félix B. Caignet”.

Y ahora aquí inserto una cita tomada de “Vivir para contarla”, la autobiografía del Gabo, quizás (la cita), más larga de lo aconsejable, pero la coloco porque se trata de lo impensado, un Nobel escribiendo una radionovela, (aunque no es el único, Vargas Llosa también lo hizo, aunque su escrito apareció como libro y no “a través del éter”, pero eso será otro cuento aquí, en otra ocasión).

“Hice la adaptación para la transmisión radiofónica en una encerrona de dos semanas que me parecieron mucho más reveladoras de lo previsto, con medidas de diálogos, grados de intensidad y situaciones y tiempos fugaces que no se parecían a nada de cuanto había escrito antes. Con mi inexperiencia en el diálogo -que sigue sin ser mi fuerte-, la prueba fue valiosa y más la agradecí por el aprendizaje que por la ganancia. Sin embargo, tampoco en eso tenía quejas, porque Villegas me adelantó la mitad en efectivo y se comprometió a cancelarme la deuda anterior con los primeros ingresos de la radionovela.


Germán Vargas, periodista, escritor y locutor de la radio colombiana


“Se grabó en la emisora Atlántico, con el mejor reparto regional posible y dirigida sin experiencia ni inspiración por el mismo Villegas. Para narrador le habían recomendado a Germán Vargas, como un locutor distinto por el contraste de su sobriedad con la estridencia de la radio local. La primera sorpresa grande fue que Germán aceptó, y la segunda fue que desde el primer ensayo él mismo llegó a la conclusión de que no era el indicado. Villegas en persona asumió entonces la carga de la narración con su cadencia y los silbos andinos que acabaron de desnaturalizar aquella aventura temeraria.

“La radionovela pasó completa con más penas que glorias, y fue una cátedra magistral para mis ambiciones insaciables de narrador en cualquier género. Asistí a las grabaciones, que eran hechas en directo sobre el disco virgen con una aguja de arado que iba dejando copos de filamentos negros y luminosos, casi intangibles, como cabellos de ángel. Cada noche me llevaba un buen puñado que repartía entre mis amigos como un trofeo insólito.

“Entre tropiezos y chapucerías sin cuento, la radionovela salió al aire a tiempo con una fiesta descomunal muy propia del promotor.

“(…) tuvo una buena audiencia y una pauta de publicidad suficiente para salvar la cara. A mí, por fortuna, me dio nuevos bríos en un género que me parecía disparado hacia horizontes impensables. Mi admiración y gratitud por don Félix B. Caignet llegaron al punto de pedirle una entrevista privada unos diez años después, cuando viví unos meses en La Habana como redactor de la agencia cubana Prensa Latina”.

Y ya. Ahora solamente decirles, para descorazonarles, que los amigos y estudiosos del Gabo han buscado con sumo cuidado las grabaciones de la radionovela que escribió “el también más humano de los autores”, Gabriel García Márquez, y no las encontraron, llegando a creer que no se encontrarán jamás.

La novela (otra), que trata de la entrevista a Caignet, que nunca ocurrió, la narramos en la siguiente columna. 

Autor

  • César Hidalgo Torres

    César Hidalgo Torres (Holguin, 1965) Graduado de la Facultad de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes, profesor de Guión e Historia de los Medios de Comunicación en esa misma casa de estudios. Por más de 30 años ha trabajado en la radio. Multipremiado en Festivales y otros concursos. Miembro de la UNEAC

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