Un día no basta para homenajear a los locutores
Cuando era pequeña – de edad más no de tamaño- solía acostarme en las noches con una pequeña radio como antídoto a los miedos absurdos que acompañaban la edad. Fue entonces cuando las personas que “hablaban por radio” se convirtieron en mis camaradas nocturnos y principales aliados.


La radio como medio de comunicación que informa sobre los eventos climatológicos tiene innumerables ventajas, y es precisamente la inmediatez de la transmisión de las informaciones uno de los ejemplos que más la señalan como el medio idóneo durante la ocurrencia de desastres naturales.
Los desastres a nivel mundial son responsables cada año de la muerte de muchas personas, al tiempo que producen daños a las economías nacionales. Como consecuencia de la acción irresponsable del ser humano, las afecciones al medio ambiente se han acrecentado, lo cual puede desencadenar en nuevos y más dañinos desastres no tan naturales, y sí provocados innecesariamente.
“Es como si uno mismo estuviera sentado en las gradas. Los pitos de las cornetas y los vítores se sentían bien cerca cada vez que la atleta cubana anotaba. Parecía que el público gritaba justo al lado del micrófono. Sin embargo, a pesar del sonido ambiente, lo describía y narraba todo con lujo y detalles. Se notaba seguro del triunfo con la presea dorada, aunque hasta el último momento del combate intentaba mostrarse imparcial”.
El prestigioso profesor Raúl Garcés en su libro “Programas de Radio” afirma que ni la televisión (TV), ni el video, ni el uso de las tecnologías más modernas en la producción de realidades virtuales han podido apagar el sentido de aquella frase pronunciada por Orson Welles hace ya varios años: “La radio es la pantalla más grande del mundo”.