Nuestro primer ministro de industrias
Estos tiempos en que pensamos y hacemos la Cuba que queremos, al estilo de Fidel y de todos nuestros próceres, se hace insoslayable mencionar un acontecimiento cuya trascendencia llega hasta el día de hoy.
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Estos tiempos en que pensamos y hacemos la Cuba que queremos, al estilo de Fidel y de todos nuestros próceres, se hace insoslayable mencionar un acontecimiento cuya trascendencia llega hasta el día de hoy.
Sí es un crimen, porque atenta contra la dignidad del ser humano; y lo es, además, porque no existe ni un solo argumento válido que lo justifique. Ninguna persona que cuente con decoro puede aceptar que se discrimine a alguien solo por el color de su piel. Digo más, la práctica del racismo, aún en nuestros días, debía interpretarse como delito de lesa humanidad.
Como se conoce, nuestros heroicos mambises derrotaron a las fuerzas militares de España en una guerra cruenta enfrentándose a un ejército muchas veces superior en número y armamento. Era la demostración del espíritu de rebeldía de los cubanos empeñados, desde siempre, en no soportar amos, ni tutelaje y mucho menos ser mendigos de ningún poder foráneo.
El bloqueo que sufre Cuba por parte de Estados Unidos es, sin duda, el mayor y más prolongado contra pueblo alguno. Unas veces se ha calificado como brutal, otras criminal, pero cuando se analiza en toda su magnitud y graves consecuencias hay que llegar a la conclusión de que es un verdadero GENOCIDIO.
Notable impacto tuvo en Cuba la decisión del Presidente palestino, Mahmud Abaás, de cortar todo tipo de relaciones con Estados Unidos e Israel, después de la reciente presentación por Donald Trump del llamado “Acuerdo del Siglo”, que entre otras cosas establece que Jerusalén sea la capital de Israel.