¿Qué les pasa a las comunicadoras cubanas con la erre?

 “Buenas tarrrdes amigos, este vierrrnes venimos a hablar de arrrte”. Como si remarcar ese sonido fuera un distintivo que indicara seguridad del hablante, o,  simplemente “modernidad” en el decir.

Esos argumentos no avalan tan extraña manera de pronunciar la letra erre, la cual solo logra que se perciba la locución como falsa o impostada.

Por cierto, la Real Academia Española en twitter -@RAEinforma-, a la pregunta de si ¿La «r» se llama ere o erre?, respondió que “Hoy se recomienda el uso de «erre» como nombre de la letra «r». No debe usarse hoy el nombre «ere»”.   

Ningún hispanohablante se comunica oralmente forzando así la pronunciación de esa consonante cuando funciona como vibrante simple.

Sin embargo, no pocas locutoras, presentadoras, conductoras y periodistas han adoptado esa manera de pronunciar la erre consiguiendo únicamente un modo de decir antinatural, poco fluido. 

Y es una paradoja que esa “moda” se siga extendiendo porque precisamente la naturalidad es de las cualidades más valiosas para lograr una pronunciación agradable y esa necesaria empatía con el receptor para que el mensaje consiga su objetivo.

Expertos en Fonética y Fonología aseguran que las audiencias perciben y comprenden los mensajes no solo por la claridad y calidad de sus contenidos. También la forma en que estos se transmiten, en este caso el modo en que se articulan y pronuncian, aporta carga de sentido y afectiva. 

Por tanto, tributar a la comprensión y no a la confusión es una responsabilidad que se adquiere ante el micrófono.

Está comprobado que un decir claro, con las adecuadas intensidad e intención, sereno y directo, se apunta entre los más convincentes y comunicativos. En ninguna parte dice que para conseguirlo haya que remarcar la erre.

Otras sombras asoman por acá y por allá en la radio y la televisión como el uso de verbos inventados –el dichoso “aperturar” se lleva las palmas- y omisiones o incorrecciones al articular determinados fonemas que convierten el parque en “pacque”, al carbón en “cabbón”y a los martianos en “mattianos”, por solo mencionar tres ejemplos.

Pero con que la erre, cuando funciona como vibrante simple, vuelva a conquistar su simpleza ante cámaras y micrófonos, librándose de esa talla XL que le han endosado,  ya habremos ganado algo y también nuestro idioma.

 

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