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Por: Alejandro Besada Basabe
El 14 de marzo de 1892, José Martí fundó el periódico Patria en Nueva York. Fue la cumbre de su obra periodística, que había comenzado a los 16 con El Diablo Cojuelo y La Patria Libre, y pasado, más tarde, por los mejores diarios de Latinoamérica hasta llegar a los Estados Unidos.
Tanta labor da a pensar que Martí escribió sobre todo, o casi todo. Y sobre la prensa y su labor no dejo de pronunciarse, consciente de su función fundamental en el ecosistema social, porque no solo vale con informar a la ligera. En sus Escenas Mexicanas, en la Revista Universal señaló:
“Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado; no encarnizarlos con un alarde de adhesión tal vez extemporánea, tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta y reformarlas según ella; tócale, en fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete”.
Era para él un deber de la prensa ser, según una de sus Cartas de Martí para La Nación, “(…) una vigía que lo desentierra todo” (Cartas de Martí, La Nación, 1885), salvaguarda de la verdad y de exponer la realidad de una nación. Otro de sus escritos para La Nación, En los Estados Unidos apuntaba: “No valen los antifaces en los países de prensa libre, que sale cada mañana por la ciudad (…), levantando caretas”.
En el periodismo cubano de hoy deben coexistir esos valores que para Martí fueron innegociables, el apego a la verdad, la ética, el respeto al público y al oficio, el afán de ser útil, el ser censor, no adulador ni instigador.
Nuestra labor fundamental es para con Cuba y su pueblo. Como dijera en las Escenas Mexicanas, “No existe gobierno invulnerable; la prensa debe ser el examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas…”. Son esas ideas nuestra pluma más afilada.
