Hace diez años (lunes 12 de enero de 2015) falleció en La Habana tras prolongada enfermedad, próximo a cumplir 78 años de edad, el filólogo, profesor, corresponsal y periodista chileno radicado en Cuba desde 1959, Orlando Contreras Castro.
Nacido en Santiago de Chile el 25 de enero de 1937, ya en 1951 con solo 14 años de edad se inició allí en los medios por casualidad: con su estilo de vida bohemio trabajaba en una librería, disfrutando vincularse con mucha gente: uruguayos, argentinos, peruanos, ganando experiencia y conociendo mejor la vida, cuando a un amigo periodista que servía a un diario de la Alianza Popular Revolucionaria Americana le ofrecieron ser jefe de la página hípica de la gaceta La Tribuna que un tiempo tuvo bastante arraigo popular y se volvería a editar, y le aceptó su sugerencia de trabajar con él.
Al entrevistarlo, le inquirieron si conocía a alguien vinculado con los medios informativos y de inmediato dijo que sí, recordando al excelente y famoso Solano con quien en realidad jamás había hablado; le preguntaron dónde estaba y respondió que debía estar en Chile, suponiéndolo por conocer su labor en el país, y le invitaron a saludarlo, porque casualmente estaba allí en ese momento, y temeroso de ser descubierto lo abrazó diciéndole, “¡Señor Solano, qué bueno verlo nuevamente”!; comprendiéndolo todo, Solano le apoyó: “Fíjate huevón que eres patudo”, y desde entonces devino su padrino y una verdadera fuente de enseñanza constante. Así se hizo periodista, según contaría a Manuel Alejandro Hernández Barrios en www.cubadebate.cu, 2015, enero 12, con información de www.cubaperiodistas.cu.
Al empezar a trabajar hacía de todo; al faltar un día el editor de las noticias internacionales, lo probaron a cubrir esa sección leyendo y seleccionando los cables y comprendió que debía saber elegir; también aprendería tipografía y diagramación. Trabajó en varios medios de comunicación masiva; aunque las radioemisoras no eran muy buenas, se pagaba el espacio y le permitían realizar un programita. En 1952 el socialista Salvador Allende se presentó por primera vez a la presidencia y él, con 15 años de edad, tras las clases, a veces pegaba propaganda a su favor hasta las 3 de la madrugada, iniciando así su vida revolucionaria.
Su trabajo en la radio duró poco porque la economía no daba para mucho, y viajó a Lima (Perú) en el barco italiano Antoniotto zo di mare; con 16 ó 17 años (1953-1954); inspirado en su tío Mario Contreras, del Partido Conservador y neurocirujano torturado con 69 años de edad, aprendió a no ser dogmático ni sectario. Continuó colaborando por ejemplo con Radio Rapa Niu, donde tenía un espacio para comentarios en el periódico La Tribuna desde Lima, donde se entregó totalmente al Movimiento (revolucionario cubano) 26 de julio, por lo que desde que triunfó la Revolución en 1959, en un avión C-46 viajó a Cuba donde se radicó como residente cubano y sus antecedentes lo condujeron al periodismo radial bajo la dirección del Comandante de la Revolución Camilo Cienfuegos Gorriarán en la Oficina de Prensa del Ejército Rebelde, y se vinculó a la revista Verde Olivo fundada en forma de tabloide el 10 de abril de 1959 por iniciativa de Ernesto Che Guevara, Raúl Castro y Camilo Cienfuegos, órgano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en la que ya estaría trabajando en 1960.
Pronto dirigía a unos 40 redactores, pero no tenía título; así que rápidamente decidió estudiar una carrera universitaria, y aunque desde la adolescencia ejercía como periodista, en vez de escoger la Licenciatura en Periodismo, que tenía profesores brillantes de vasta experiencia, auténticos maestros, pero aún no existía la Unión de Periodistas de Cuba (Upec, que no se establecería sino hasta el 15 de julio de 1963 y que por supuesto, integraría) y en sus criterios, la escuela de periodismo requería programas teóricos más sólidos, y comprendiendo que se avecinaban cambios en los medios, que un nuevo periodismo nacía y participando de la necesidad de enriquecerse con otros conocimientos, y convencido que debía estudiar Letras, prefirió Filología en la Facultad de Letras de la Universidad de La Habana motivado por la calidad del claustro, su alto nivel de contenido y el peso teórico de la carrera, y en efecto, mucho lo ayudó en su desarrollo posterior como reportero, discípulo de la excepcional Camila Henríquez Ureña familia de grandes intelectuales dominicanos, de las conferencias del escritor argentino Julio Cortázar, e impresionado por los temas de la poetisa habanera Mirta Aguirre.
Desde 1961 corresponsal de Prensa Latina, Agencia Informativa Latinoamericana S.A (fundada el 16 de junio de 1959 con el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti como su primer director), fue su enviado especial a países como Uruguay, Argentina, España y Estados Unidos, y en Chile durante los años del gobierno de la Unidad Popular bajo la presidencia de Allende (1970-1973), y corresponsal para el Servicio de Inter Press.
En Cuba, daría coberturas a importantes acontecimientos, como los viajes de Fidel Castro a varios países y las Cumbres del Movimiento de Países No Alineados, en lo que llegó a ser un verdadero especialista; trabajó en medios de comunicación como el periódico La Tarde, el humorístico semanal Palante, las revistas Tricontinental y Bohemia y el diario Juventud Rebelde, así como en la televisión cubana con comentarios de temas nacionales e internacionales, enriqueciendo con su elegante verbo también a Radio Habana Cuba, Radio Reloj y Radio Progreso, y fue fundador (desde el 6 de enero de 1992) y comentarista durante muchos años del Noticiero Nacional de Radio, que se trasmite aún en cadena nacional por el subsistema de emisoras de la radio cubana.
Asimismo, en Radio Rebelde se cita entre los fundadores (1984, con el periodista uruguayo Jorge Ibarra) de su programa Haciendo Radio, que no en balde se ganó el sobrenombre de “el gigante informativo de la radio cubana”, en cuya sección “Hablando claro” tan esperada cotidianamente, mantenía su lenguaje coloquial analizando los equilibrios dentro de la sociedad cuando el periodista Manuel Alejandro Hernández Barrios lo entrevistó en septiembre de 2009 (Ob. Cit.), emisora y programa que siempre consideró su casa con su manera peculiar que identificaba sus comentarios de género y su filoso verbo, y donde sostuvo su espacio Palabra con filo, tan reconocido por la audiencia nacional.
Su labor meritoria y elevado prestigio como excelente comunicador, explica que fuera Invitado de Honor al Congreso de la Upec en el año 2008, miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), profesor y conferencista en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí y en otras instituciones académicas del país, y de televisión en los años 90 fue uno de los fundadores del programa Lente Mundial, y del programa Hoy mismo (surgido tras los Juegos Panamericanos de 1991 en La Habana) junto a Pedro Martínez Pires y otros, por todo lo cual sería reconocido con la Distinción por la Cultura Nacional (Ministerio de Cultura), la Réplica del Machete Mambí del Generalísimo Máximo Gómez (que desde 1986 entrega el Ministerio de las FAR), la Distinción Félix Elmuza que otorga la Upec, y el Premio Nacional de Periodismo José Martí (1999).
Por todo lo anterior, adquieren especial interés sus criterios basados en tales vivencias, que en sí mismos sientan toda una escuela, por ejemplo al considerar al periodismo síntesis y presencia, la combinación de profesión y de arte, que exige mucha creatividad e imaginación; ya había asumido técnicas como la inductista estadounidense de qué, cuándo, dónde, quién, cómo y por qué, que luego se enriquecería con variedad de estilos; y veía al corresponsal como un trabajador intelectual, que requiere de oficio y preparación constante.
Insistía además en que el periodista debe ser intrépido, ágil, de rápidos reflejos, con buen sistema nervioso para captar la información vertiginosamente y dar seguimiento a la noticia; escribir de forma amena; no ser plano sino matizar, con una insaciable sed de conocimientos para poder discutir y convencer, para poder ser un reportero responsable y creíble, un detective diario, buen observador y lector (entre sus lecturas preferidas citaba al poeta y escritor peruano César Vallejo; 1892-1938), saber de historia y estudiar las biografías de los personajes; la valoraba como una profesión riesgosa pero lo que no debe es destruirse moralmente, sino saber recoger lo esencial, conocer a la gente y obtener información, ser independiente en los trabajos planeados, no esperar a que le orienten qué hacer ni cómo reaccionar, sino que adelantarse es meritorio: el periodista es un proveedor de información, un cuestionador, debe darse a conocer y lograr el respeto; los compromisos éticos los maximizan.
Asimismo entendía la necesidad de la crítica siempre que sea responsable para mejorar la sociedad, y que en consecuencia el periodismo debe ser crítico, de lo contrario no sirve; debe ayudar a la reflexión, orientación y educación de una nación aún al riesgo humano del error. Reconocía los cambios sustanciales en el periodismo que estaba viviendo: observaba a quienes daban la noticia y la transformación del estilo del comentarista nacional e internacional, ya entonces con un lenguaje más abierto, cuando ya el periodismo estaba profundizando en los temas más interesantes al pueblo cubano, aunque sugería profundizar más pues el pueblo siempre espera más; veía en esos momentos los informadores ya con recursos tecnológicos de última generación para no dejar escapar la noticia, y apuntaba al déficit de corresponsales en las distintas provincias cubanas, que debían incrementar para llegar a desarrollar el periodismo local, porque asumir lo local es ser más universal, al tiempo que defendía el periodismo militante con espíritu de nación.
Con todo ello, quizás, estaba sistematizando para formar a los nuevos estudiantes de Periodismo décadas después, el instrumental necesario a los programas teóricos que estimaba insuficientemente sólidos, cuando aún hacia poco que había llegado de Perú y originalmente, desde su natal Chile.