Haciendo Radio: Un gran premio de la Radio

¿Cuál fue la magia del nuevo programa que utilizó el inusual y nada recomendable gerundio para anunciarse y que a menos de un año de estar en el aire conquistó El Gran Premio entre todos los programas que compitieron en el Festival Nacional de la Radio en 1985.

Aquella voz coloquial de acento sudamericano, unida al verbo claro y alegre, dispuesto a abrirse en una risa contagiosa, hicieron de Jorge Ibarra (El Uruguayo) y de Gladys Goizueta, los primeros presentadores que le cambiaron el ritmo a los informativos a escala nacional, con un estilo ameno, familiar, que se unió a la locución ya tradicional, pero a la vez diferente por la organización de los boletines, de Roberto Canela, que a partir de ese día y durante más de 15 años, fue LA VOZ DE LA NOTICIA.

Otros elementos completaron el novedoso proyecto que puso al aire Radio Rebelde: la sala de los teletipos con un periodista atendiendo con el rebote inmediato de las informaciones más importantes de las Agencias de noticias internacionales. Imposible olvidar a Alberto D’Pérez y aquella sección Televisando con la palabra (que fue retomada en el 2002), donde hacía gala de su profesionalidad periodística y un buen dominio del inglés, su excelente memoria y sagacidad para traducir las imágenes del satélite en directo.

Los corresponsales en el exterior y en el país reportando con agilidad lo más trascendente, para hacer del espacio el más completo de la Radio Nacional en su tipo. Y, por supuesto, hubo un protagonista que llegó en forma de NIVA ROJO con letras negras, que aportó al programa el palpitar de una gran ciudad. El locutor que inauguró este móvil fue Douglas Fernández Montes de Oca. Después se unió al grupo, hasta el nuevo milenio, el periodista Carlos Rafael Jiménez, quién se ganó el apelativo de El caballero de la calle, por esa forma única de mezclar la noticia con la poesía para devolver una imagen no exenta de lirismo.

Otras motivaciones las aportó una sección que reunió a destacadas figuras de la música. Adolfo Alfonso, Carmelina Barberis e Inocente Iznaga «El Jilguero de Cienfuegos» a quien se unió después Marthica Morejón, con el acompañamiento de José Manuel Rodríguez en el laúd. Ellos iniciaron la modalidad, única en la Radio, de llevar las noticias en forma de décimas utilizando la rica variedad de las tonadas campesinas. Con ese amor desvelado Del que lucha y el que orienta, Radio Rebelde presenta El Noticiero cantado.

Y en una empresa tan importante no podía faltar el único profesional al que se le ha perdonado las dificultades en su dicción. Nadie como él para decir sus comentarios con gracia natural, que ha matizado todo un estilo. Orlando Contreras, que para muchos ha perdido el nombre, para ser, cariñosamente, el chileno. Había llegado a Cuba en 1959 y la vida le jugó una mala pasada. Según me dijo, se le ocurrió regresar a su Patria de visita un día antes del golpe de estado que sumió al país en una penumbra y de milagro pudo contarse entre los pasajeros del último avión que salió de Chile rumbo a la isla en septiembre de 1973.

Para él Cuba es su Patria adoptiva, y así como un cubano más lo he visto desde finales de 1981, ocasión en que coincidimos en el Primer Festival de Radio de los Países No Alineados que sesionó en La Habana. Contreras fue el profesional que estuvo detrás de Nuestra Opinión, sobre los temas más candentes de la actualidad internacional en el Haciendo Radio de los años iniciales. Ahora comenta igual, pero con su segmento Palabra con filo para opinar sobre los aspectos de nuestro acontecer nacional.

Sobre las características y el estilo que debe presidir el quehacer efectivo de un comentarista, afirma el veterano periodista:

«Verdad tautológica: lo más importante en la comunicación es el proceso mismo de comunicar. No creo que haya un librito maestro, pero sí muchos estudios valiosos sobre el proceso y el arte de comunicar. Se comunica de verdad lo que se siente. Y de la misma manera que en el arte también, creo, en la vida, segundas partes no suelen ser buenas, en la comunicación hay que ser uno mismo: estudiar, aprender de los que saben más y lo han hecho con acierto, pero no imitar a nadie, que las copias en esto resultan malas caricaturas»

Y el público infantil también se reconoció en este programa de Radio, que cada mañana les ha dedicado su magia, cuando mientras se preparan para llegar temprano al círculo infantil o a la escuela, han visto llegar, al Vendedor de asombros, primero y más recientemente El solecito mañanero.

Sin perder su formato el programa tuvo en estos veinte años varias parejas en su presentación, entre las que se destacaron, además de la prístina, y con el propio Jorge Ibarra, Jossy Jiménez y Ana Margarita Gil, quien después continuó alternando con Joaquín Mulens, Roberto Cabada, Eddy Martín y Félix Fernando Garrido. Más tarde Álvaro de Álvarez y Arleen Rodríguez Derivet tuvieron a su cargo la conducción, a la que se unió, en 1999, el periodista Raúl Garcés con una forma de decir placentera y espontánea. Arleen Rodríguez Derivet hizo locución en su adolescencia en la cadena provincial CMKS de Guantánamo. Es periodista y actualmente una de las mejores locutoras del país, porque además de su voz y dicción, posee un elemento consustancial a las personas que tienen la responsabilidad de situarse ante un micrófono: la sólida formación cultural.

A partir del 2003 el saludo mañanero comenzó a llegar en las voces de Carlos Figueroa, un joven realizador y locutor, y la siempre depurada y elegante conducción de alguien, que se quedó para siempre en la historia de la locución cubana, Ana Margarita Gil. Entre los fundadores no se puede omitir al locutor Franco Carbón, que en los inicios del programa, cada media hora, presentaba los números musicales.

Fue en 1992 cuando el programa comenzó a disponer de un corresponsal acreditado por provincia, lo que permitió que todos los elementos se integraran a un ritmo para mostrar la vida del país en toda su riqueza.

En los últimos años se sumaron al valioso equipo los locutores Elsa María Cortes y Luis Rodolfo Serra y un joven a quién conocí como un magnífico realizador de la CMHW de Santa Clara y ha devenido en el director querido y respetado por su talento y profesionalismo, del estelar matutino de Radio Rebelde, Luis Morlote.

Y no por último, es menos importante, la labor anónima de los profesionales que detrás de la consola, los ordenadores o computadoras, como las conocemos acá, o las grabadoras, ya en extinción por el paso a la modernidad, realizan un trabajo en extremo artístico, editando al aire las voces de los locutores, las entrevistas o reportajes, las llamadas telefónicas o los sonidos. Detrás de Raúl García o William Kindelán, todo un equipo de ingenieros y técnicos que desde el control maestro mantienen el control y la calidad de la señal. O la sala 500 recibiendo y grabando las llamadas telefónicas y una redacción informativa dinámica y profesional.

Y por supuesto, una obra de tal magnitud tuvo entre sus arquitectos a un compañero imprescindible, entonces director de Radio Rebelde, el inolvidable y querido, Juanito Hernández Díaz -fallecido recientemente-

Hace casi dos años durante la celebración del cumpleaños diecinueve del programa, y entre anécdotas y anécdotas, Juanito me confesaba que el nombre, fue lo último que se buscó una vez aprobado el proyecto con el criterio de hacer una radio diferente, objetiva pero a la vez audaz e instantánea. Y Fue Martha Díaz, una entusiasta y capaz trabajadora de la televisión, quien lo sugirió.

Y en el minuto final la mención obligada a la presencia pintoresca de Celia Güido Buendía, para todos nosotros la querida «Mexicana», que con el aromático café ha acompañado el saludo matutino del laborioso colectivo, para después brindar su sonrisa telefónica a todas las personas que tienen necesidad de contactar con el programa.

Nada, que Haciendo Radio, se ganó un sello distintivo de calidad, seriedad y objetividad informativa, lo que está avalado por las encuestas que lo situaron entre los tres programas de Radio nacionales con mayor audiencia en los últimos veinte años. Por eso, más allá de un Festival, constituye por derecho propio Un Gran Premio de la Radio Cubana.

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