Amor en tiempos de estudio

Mas, como buenos soldados, aceptaron la orden y dieron su paso al frente, sin dudas, aunque con cierto recelo. Recibieron las direcciones de las 70 viviendas que debían visitar todos los días entre los dos y ya rumbo a la casa reflexionaban solos, porque no le veían la importancia a aquella tarea, cuando para ellos lo principal era la docencia.

Al otro día, muy temprano, comenzaron el largo recorrido por calles y escaleras de edificios de hasta cinco plantas y más de 30 viviendas. Arduo y agotador visitar 70 casas, pero desde ese mismo momento, después de hablar con las familias, preguntarles por su salud, algún síntoma alarmante, comenzaron a comprender que aquella tarea era importante.

«No se puede negar que nos impactó en un primer momento porque veíamos un atraso en nuestra formación, pero hoy estoy convencida de que es algo importante para la salud de la población, que es al final nuestra principal misión», dice Rubí y sonríe con satisfacción.

«Yo creo que todo lo que hacemos es importante –dice Robert-. Y sobre todo  nos prepara desde la base para cuando mañana estemos en un consultorio, o en otro país. Hemos logrado compenetrarnos con las familias, y el día que no vamos nos reclaman porque nos extrañan».

Rubí y Robert son novios desde hace cinco años, desde el mismo comienzo en la carrera, en el caso de ella, porque él perdió dos años por razones ajenas a su voluntad y solo bastó un primer encuentro, una primera mirada para que surgiera una atracción mutua, que muy pronto se convirtió en un amor que ahora parece que perdurará en el tiempo.

 

«Yo me enamoré de ella desde que la vi. No la conocía pero tampoco hacía falta. Como se dice, fue un amor a primera vista. Y de ella me gusta todo, su forma, su manera de ser, de entenderme. Nos pasamos todo el día juntos. Estudiamos, hacemos los trabajos, vamos a las actividades. Siempre andamos en nuestra propia compañía. Aunque es una mujer linda físicamente hablando, lo que más me gusta de ella es eso, la manera de comportarse. Es mi motor impulsor. No hace falta más», asegura Robert.

Mientras Robert habla a ella le brillan los ojos. Lo mira detenidamente, como para saborear cada expresión, cada palabra. Sonríe, y es evidente el orgullo que siente por su novio.

«A mí lo que más me gusta de él es la forma de cómo me trata. Siempre preocupado no solo por mis cosas, sino por las de mi familia, mis amigos, conmigo, me apoya en todo, me comprende, y yo lo quiero siempre conmigo». Y no dice más, Le aprieta la mano y lo mira fijamente, mientras de la escena brota el amor en tiempos de estudio.

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