El mayor acto de fe de Yaquelín

“Es un símbolo de lo que viví; quería hacerme algo, entonces una persona me regaló un poema en el que me comparaba con el Ave Fénix y de ahí surgió la idea.”

En la mitología del antiguo Egipto, el Ave Fénix representaba al Sol, que muere por la noche y renace por la mañana. Es un pájaro de la mitología griega, que se consumía por la acción del fuego cada 500 años, pero luego resurgía de sus propias cenizas.

Según algunas leyendas, vivía en una región que comprendía la zona del Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África y entre sus enseñanzas está la seguridad de que “no todo está perdido, que un traspiés o una derrota no son definitivos, una situación difícil no es insuperable. Esa ha sido mi filosofía de vida durante estos largos y complejos meses: nada está perdido mientras se pueda luchar, nada es definitivo. Vivir es el mayor acto de fe y amor que puede asumir una persona, y con esa mentalidad encaro el día a día.”

Del otro lado del teléfono, el periodista no pudo evitar el estremecimiento ante la afirmación que lleva en sí la fuerte evidencia de una cubana que es arroyo de sensibilidad y un mar con el intenso oleaje de la voluntad, aferrada al hermoso desafío de andar.

La evolución de esta mujer la “siguió” cada mañana el pueblo de Cuba y en no pocos altares hogareños se prendió velas para trasmitir hasta su lecho la luz y el regazo del amor y el acompañamiento.

Enfermera de profesión, Yaquelín Collado Rodríguez, residente en el municipio de Caibarién, de la central provincia de Villa Clara, es considerada hoy como la paciente cubana con más tiempo de ingreso afectada por la Covid-19.

“Buenas tardes y gracias; estoy bien, voy paso a paso. El cambio de temperatura me afecta mucho porque “quedé” con secuelas respiratorias.

Tenemos que llenar de mensajes todos los medios y hacer conciencia de la enfermedad que enfrentamos. Sí, estoy viva y luchando, pero la calidad de vida ya no es la misma, no me doy por vencida; seguir adelante es mi meta. Necesitamos cumplir todas las orientaciones epidemiológicas y entre todos venceremos. Así somos los cubanos. Hay veces que el ánimo lo tengo por el “piso”, pero me levanto, no le puedo fallar a un pueblo que tanto pidió por mí.”

Yaquelín es el sinónimo exacto del tesón, del valor de la mujer cubana, que en cuestiones de “enfermedad u hospital” es mucho más fuerte que el hombre y aquello de “sexo débil” se transforma en el más grande disparate del mundo.

“Me faltan algunos tratamientos y pruebas. No regreso a Venezuela porque la salud no me lo permite y no sé cuándo volveré a trabajar y en cuál esfera porque tengo daños que quizá sean irreparables.”

– En momentos límites, ¿qué significa el apoyo de la familia?

“Uff, no te imaginas cuánto, mi niño. Cuando me veía entre las cuatro paredes de la terapia con todos aquellos equipos a mi alrededor sentía desfallecer, pero inmediatamente pensaba en los míos y todo pasaba.

“Sí, mi hermano es mi rehabilitador, pero ha sido mí voluntad y esfuerzo, ¡y el de muchas personas! Empecé desde cero: aprendí a caminar, hablar, todo. “Durante la rehabilitación he tenido tratamiento con células madres, de ozono, sesiones de foniatría, otorrinolaringología, psicología, en fin, son muchas pequeñas cosas para devolver a la vida a está enfermera que tiene el capricho de regresar al trabajo. Llevo siete meses de vencer a la muerte, un proceso de rehabilitación bien difícil día a día.

 “A los cubanos solo les pido que se cuiden, que cumplan al «pie de la letra» cada medida orientada por las autoridades y especialistas de la Salud Pública, que no es por gusto. 

“Con amor venceremos, cuidarnos y cumplir las orientaciones epidemiológicas es ahora la vacuna más efectiva. Créeme: no hay nada más hermoso que la vida.”

– Detrás de su vitalidad está el acompañamiento de muchas personas…

 “A Cuba, en primer lugar. El agradecimiento de haber nacido en esta Isla, de Fidel y en Revolución; reconocer haberme formado como profesional aquí en una de mis pasiones: la enfermería, y el reto de nosotras como especialistas, cuidar de la salud y luchar por la vida, me ha dado aliento en este combate.

 “La lista sería muy larga pero en ella no puede faltar jamás el hospital militar de Villa Clara, con su director, el doctor Berrio, al frente: mi neurólogo, quien ha guiado a ese colectivo de forma ejemplar.

“El abrazo se hace fuerte también para los integrantes del equipo de trasplante de células madres, encabezado por el doctor Arce, especialista en hematología, a todos (son muchos) mi eterno afecto y cariño.

“Punto y aparte para a mis hijos, Yanilda y Humberto, que lucharon, lo hacen y viven junto a mi cada desafío; a mis hermanos Rita, Mildo y Enrique, quien es además el rehabilitador.

“Y a la guía de amor permanente y eterno: mi madre, que a sus 82 años es fuerte e inspira a la familia. A ustedes también, los periodistas, a todos los medios de prensa que hacen que mi voz se siga escuchando, alertando desde la experiencia y sobre todo agradecer al pueblo, a Raúl y Díaz-Canel.”  (Fotos: Cortesía de la entrevistada) 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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