Félix B. Caignet, símbolo de la radiodifusión en Cuba

Por aquella época al dictador Gerardo Machado, no le gustó para nada que un escritor lo exhibiera como un gato y soliviantara a la población, Por esta causa, mandó a las mazmorras del Cuartel Moncada a Félix Benjamín Caignet; pero apenas duró tres días entre rejas.

Sus seguidores y amigos del se plantaron frente a la prisión y lograron liberarlo, aunque, por supuesto, la canción fue prohibida a causa de la frase final: «Vamos a ver quién va a arrancarle a Misifú el corazón».

Qué cubano no recuerda al Ratoncito Miguel, pero de su pluma, además de canciones infantiles y populares, salió una industria que ha sumergido en lágrimas varios hogares: la radionovela.

Félix B. Caignet es más famoso por otra obra suya: El derecho de nacer. Desde del 1ro. de abril de 1948 toda Cuba detenía sus quehaceres para desgarrarse con las angustias de Mamá Dolores, los logros del doctor Albertico Limonta, y las perversiones de Don Rafael del Junco.

Nadie perdió ni uno de los 314 capítulos de la serie. Por aquel entonces el Congreso de la República suspendió sesiones para escucharla; las iglesias cambiaron los horarios de las misas, los cines y teatros detenían la función porque de lo contrario el público abandonaba la sala.

Muchos críticos e historiadores señalan que la genialidad de Caignet consistió en añadir al fondo sentimental otros elementos que ya había probado en sus anteriores producciones radiofónicas: el suspenso, el narrador, la reiteración de hechos, las temáticas sociales y los sucesos inesperados que obligaban al oyente a esperar un posible desenlace en el capítulo siguiente.

El Padre de la Novela Radial de Cuba, el santiaguero Félix Benjamín Caignet Salomón nació el 31 de marzo de 1892.

De sus bendecidas manos también se suman otras radionovelas que consolidaron el naciente género como Aladino y la lámpara maravillosa (1941), La madre de todos (1958), El precio de una vida (1944), El ladrón de Bagdad (1946), Peor que las víboras (1946), Ángeles de la calle (1948), Pobre juventud (1957), Amistad con H y Pero nació, estas dos últimas quedaron inconclusas cuando dejó de existir físicamente.

A su muerte, el 25 de mayo de 1976, Félix B. Caignet legaba una inmensa obra para la cultura cubana y latinoamericana.

Germán Pinelli y Raúl Selis despidieron sus honras fúnebres en el Cementerio de Colón. Sus restos mortales descansaron en La Habana hasta el 25 de diciembre de 1992 cuando, atendiendo a su deseo de descansar junto a sus padres, frente a las lomas de El Caney, fueron trasladados a Santiago de Cuba.

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