Aún estamos a tiempo de conquistar la paz

A pesar de los numerosos llamados a la cordura y al sentido común en todos los escenarios, muy poco se ha hecho para mantener la estabilidad y la coexistencia pacífica entre los pueblos. Y en honor a la verdad, este reclamo continúa a la espera de una respuesta contundente.

Pero la complejidad del asunto sobrepasa los límites de lo racional y el tino acertado de personas inteligentes, si es que aún merece la pena utilizarse tal calificativo en esta hora crucial. Eso no cabe en toda la madeja desatada por los paladines de la beligerancia, dígase Estados Unidos, Israel y algunos otros acólitos extraviados.

No hace tanto, los medios de comunicación en todo el mundo se hicieron eco de las declaraciones hechas por el ex-jefe del Estado Mayor de la armada rusa, Leonid Ivashov, quien dijo con absoluta claridad que toda esta parafernalia bélica responde a los intereses de círculos militares, industriales y los centros financieros internacionales, y en la que desempeña un papel decisivo el Club Bilderberg.

De acuerdo con este investigador, las premisas para una confrontación subyacen en un potente enfrentamiento de dos imperios que intentan determinar los procesos históricos del orbe.

En primer lugar, el núcleo de poder de la dinastía Rockefeller, anclada fundamentalmente en Estados Unidos, que controla la producción mundial, incluida la militar y el imperio financiero.

En segundo lugar, el dominio y el control planetario son los propósitos de la ofensiva que alientan los neoconservadores belicistas en uno y otro bando; y, por último, alude al papel de los israelíes, cuyo estado cuenta con el apoyo incondicional del «lobby sionista» en la Casa Blanca.

A la luz de los acontecimientos más recientes, nunca será impostergable mantener vivo el llamado a cuidar este planeta, hogar espacial para todas las criaturas de la tierra.

Me tomo la licencia para compartir con Ivashov sus preocupaciones referidas a las siguientes preguntas: ¿Dónde queda el manifiesto de Europa, el manifiesto de los llamados intelectuales europeos? ¿De los políticos responsables? ¿Por qué no son voceros de quienes desean la paz?.

Tal parece que este asunto está quedando sólo en manos de militares honestos, algunos líderes de vergüenza, sin dejar a un lado los esfuerzos de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro para alertar acerca de las consecuencias terribles que implica una conflagración bélica en las circunstancias actuales.

Vayamos al análisis de algunas aristas que no pueden obviarse. Estados Unidos y sus aliados tienen la gran capacidad de preparar psicológicamente a la opinión pública mundial sobre la posibilidad de usar tácticas militares y defensivas nucleares para resolver «ciertos problemas», o para ser más explícitos, eliminar gobiernos progresistas e independientes, no alineados a las .

Con ello, es fácil comprobar que la maquinaria propagandística norteamericana trabaja sin descanso para crear la impresión de que es posible el uso «quirúrgicamente preciso» de las armas con limitadas consecuencias.

Ahí están las heridas sangrantes de Hiroshima y Nagasaki, víctimas de un ataque nuclear en 1945, para corroborar lo contrario de una filosofía destructiva. Es un hecho que, tras un primer hecho de esta índole, será completamente imposible prevenir el uso de otros medios de exterminio existentes en la actualidad.

Ivashov también planteó que si la destrucción masiva de algunos países está en juego, las partes en conflicto van a recurrir sin límites a cualquier medio que tengan disponible. Por lo tanto, no sólo entrarán en juego los arsenales nucleares de varios países, si no incluso los no conocidos oficialmente.

¿Qué pasará cuando se desate ese caos?. Morirán millones de personas a causa del impacto mortal de armas químicas y biológicas, y hasta productos venenosos, que pueden producirse con un mínimo de recursos industriales y económicos.

En todo este escabroso panorama, donde entran en juegos intereses mezquinos, es preciso para la humanidad -si queremos salvarla- sembrar y cosechar sin demora actitudes resueltas y previsoras, como las de Fidel, siempre conscientes de que alguna solución acabará con esta pesadilla, y otra vez la paz sea un patrimonio común.

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