Buenas noticias, más… ¡No confiarnos!

«Lamentamos que el SARS-COV-2 haya arrebatado la vida a decenas de compatriotas nuestros, algo que es motivo de tristeza para todo nuestro pueblo. En otro sentido resulta alentador que el número de personas contagiadas se matenga por debajo de la curva favorable, muestra de la efectividad de las medidas preventivas puestas en práctica.»

La vocación y el compromiso de la Medicina Cubana se extienden a todo el género humano; de ahí que nuestros profesionales de la salud se hagan presentes con solidario altruismo donde quiera que se les llame. Es una entrega desinteresada y sin condiciones, inspirada en el ideal humanista cubano que tiene como paradigma las enseñanzas y el ejemplo de Fidel, nuestro líder eterno. 

Desde hace aproximadamente dos meses, fueron implementadas estrictas medidas dentro de nuestras fronteras para detener la propagación de la Covid-19. Fueron y son semanas, días y horas de continuo desvelo. Todos los organismos e instituciones de Cuba trabajan sin descanso con este propósito y, con ellos, el compromiso proactivo y responsable de la inmensa mayoría de cubanos y cubanas. 

Salvo minúsculas excepciones, todo nuestro pueblo se comporta con madurez, altruismo y solidaridad. De una parte la población que se mantiene en sus hogares y solo sale a la calle – estrictas medidas de cuidado personal de por medio – cuando resulta imperioso hacerlo. Otra parte de nuestros hermanos y hermanas se mantienen en puestos de trabajo imprescindibles para la vida nacional, entre ellos los sectores alimentario, de servicios, la ciencia, la defensa y la protección ciudadana. Ellas y ellos están dando un ejemplo de amor patrio sin límites y, como todo el personal de la salud, merecen respeto y admiración. 

Los resultados de las pesquisas de posibles contagios dan cifras alentadoras. Es obvio y estimulante que vamos por buen camino, más no debemos ni podemos confiarnos. Esta es una lucha intensa y contínua contra un enemigo invisible que en cualquier momento pudiera sorprendernos si bajamos la guardia, máxime cuando un porcentaje de personas contagiadas son asintomáticas. 

Todos ansiamos regresar a la cotidianidad, andar por nuestras calles, en nuestros lugares de trabajo, volver a manifestar con hechos – apretones de manos, abrazos, besos – el amor que profesamos a nuestros seres queridos y amistades. Es una aspiración legítima inherente a la nobleza de este pueblo del cual somos dichosos de formar parte. 

Lo dicho se entiende, pero en nombre de ese amor que nos profesamos es necesario seguir cumpliendo estrictamente y sin la menor excepción las medidas que orientan nuestras autoridades sanitarias. No hay que esperar un llamado de atención para rectificar; el más ínfimo error pudiera resultarnos fatal, y eso nadie lo desea. 

En múltiples oportunidades hemos dado muestras de madurez, conciencia y disciplina. Esta vez no podemos permitirnos siquiera el más mínimo relajamiento. Debemos entender que el enfrentamiento a la Covid-19 entraña una actitud y compromiso que irán mucho más allá del fin de la pandemia en nuestro territorio.  

Como ciudadanía plena de madurez que posee una cultura y conocimientos poco vistos en muchas latitudes, más que la necesaria y obligatoria obediencia, es preciso la incorporación de las medidas sanitarias como cuestión propia para nuestro bien, el de nuestros seres queridos, amistades y de todos los seres humanos que vivimos bajo este cielo. 



No podemos bajar la guardia  ahora ni después. Las medidas vigentes y las que puedan orientarse después, más que conocerlas y aprenderlas, hay que aprehenderlas. Diríamos en el argot médico que las debemos “metabolizar”  para que circulen en el torrente de nuestra sangre, en cada poro por el que transpiramos, a través de nuestras conciencias y corazones como hacer cotidiano. 

Seamos de manera coherente estrictos cumplidores, y dispuestos a combatir con energía contundente a quienes minoritariamente – por ignorancia o desidia – osen poner en riesgo el bien que para todos se procura. 

Buenas noticias, mas… no confiarnos. Mantenernos vigilantes sin pestañear es cuestión de cultura, responsabilidad, madurez, patriotismo y amor.

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