En función de cumplir con su objetivo, ya en 1960 un vicesecretario de Estado afirmaba, como método de combatir a la revolución triunfante, “privar a Cuba de dinero y suministros, así como provocar hambre”.
En 1902 el secretario de la Guerra decía: “debemos concentrar el bloqueo de modo que el hambre y su eterna compañía la peste, minen a la población civil y diezmen el ejército cubano…”. Thomas Jefferson, presidente de EE.UU. aseguraba que “la posesión de la Isla es necesaria para la defensa de la Luisiana y la Florida, por ser la llave del golfo. La conquista es fácil para los EE.UU”.
Otro “buen señor”, en este caso John Crittemden, senador por Kentucky, decía que “Cuba nos pertenece geográficamente. Debe venir a nosotros antes de mucho tiempo”. Naturalmente, es muy extensa la lista de estos bárbaros que siempre han querido poseer a nuestro país, como el caballero Theodore Roosevelt y su doctrina criminal del Gran Garrote.
La lista es extensa y sería necesario utilizar varias páginas para reseñar la enfermedad de conquista que tienen en la sangre. Pero no quiero dejar de asegurar que el presidente James Polk, en el siglo XIX, llegó a ofrecer a España la compra de Cuba por 100 millones de dólares.
Entonces, al revisar la historia de esa gran potencia que tiene hoy al mundo al borde del precipicio, se comprende claramente por qué el bloqueo yanqui contra nuestro país; por qué tanto odio enfermizo por destruirnos, y por qué les resulta prácticamente imposible renunciar a “su derecho” de continuar sojuzgando al pueblo cubano.
Es increíble visualizar cómo el imperio viola – con el bloqueo – normas internacionales con la mayor desfachatez, como el derecho internacional y principios básicos de la convivencia entre las naciones; se trata de un acto de guerra que igualmente viola el artículo II b y c de la Convención de Prevención y Castigo al genocidio que adoptó la ONU en 1948.
Sin embargo, mientras transcurre el criminal bloqueo, Estados Unidos mantiene un silencio sepulcral ante los crímenes que comete el gobierno colombiano asesinando a cientos de líderes sociales; apoya dictaduras sangrientas; se convierte en refugio de terroristas, dictadores y todo tipo de lacra que padecen nuestros pueblos; e inventa procederes como el llamado golpe blando para derrocar gobiernos que insisten en ser independientes.
Se trata de toda una maquinaria perversa muy bien engrasada para hacer imposible el clamor de la humanidad por un mundo más justo.
Ahora, para colmo, recientemente celebraron una Cumbre por la Democracia, como una burla a la humanidad. Pero olvidan que Cuba nunca conoció, ni conoce, ni conocerá el miedo; no somos mansos proclives a la servidumbre y seguiremos adelante con nuestro propio modo de existencia socialista.
Lo dijo nuestro José Martí:
“Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del sur al mar del norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila”.