El asesino de los pueblos

A diario se conocen noticias tremendistas, caos por doquier, insólitas injusticias, guerras por codicia y  un sinfín de arbitrariedades que el país del norte comete con abierta burla y desprecio a países “desobedientes” y, a todo lo legislado en materia de derechos humanos. Nada les importa, ni siquiera el repudio global que el mundo siente por ellos; ni los aterradores datos que muestran los gravísimos sufrimientos de pueblos enteros por hambre, marginación, desempleo, insalubridad, analfabetismo y muchas etc.

El mundo ve horrorizado el asesinato de combatientes de la FARC-EP en Colombia y líderes campesinos; cada día se acrecienta el bloqueo contra Cuba y Venezuela con el evidente propósito de ahogar sus respectivas economías; EE.UU. abandona el Acuerdo Nuclear existente con el consabido peligro que ello entraña; crece aún más los presupuestos para las guerras, incluyendo estudios para las armas extraterrestres; Israel persiste, con la aprobación de su gran jefe Trump, en agenciarse  Cisjordania palestino y además, bombardear impunemente territorios de aquel pueblo tal si fuera un macabro deporte que le quita la vida a infelices palestinos, y todo ello a pesar de que la ONU ha declarado ilegal la ocupación;  vuelan por cualquier lugar sanciones económicas a países, empresas y personas específicas que desobedezcan los designios imperiales.

Por supuesto, no es todo: digamos la increíble desvergüenza que representa el gobierno de facto de Bolivia, el que se mantiene con total impunidad ante el mundo a pesar de haber aplastado la democracia y, además, los logros indiscutibles del gobierno de Evo Morales; Chile en un constante sufrimiento, por la violación flagrante de los derechos del pueblo, la brutal represión y su incondicional apego al neoliberalismo que ha hundido a la nación; Ecuador, con su traidor presidente, mantiene una situación muy semejante; el presidente Trump ha prohibido cualquier normativa, investigación o debate acerca de las amenazas del medio ambiente, es decir, precisamente lo que tiene en permanente alarma a las naciones. ¿Por qué?, porque de oficio no está de acuerdo con algo que pueda ser un beneficio al mundo, y todo consecuencia de su retorcido pensamiento cavernícola.

Hasta aquí es un simple botón de muestra de los enormes sufrimientos y peligros a los que está sometida la humanidad, consecuencia, en primer lugar, por la carrera desenfrenada de EE.UU. por conquistar todas las naciones y arrodillarlas a sus pies, lo que significa grandes robos de recursos naturales, obviamente. Y mientras esto sucede los gastos militares a nivel mundial, según datos del 2018, alcanzaron la astronómica cifra de UN BILLON 816 MIL MILLONES DE DÓLARES; miles de seres humanos han perdido la vida; ciudades han sido arrasadas; los conflictos bélicos han destruido servicios básicos de países enteros llevándolos, prácticamente, a la Edad Media.

Claro, detrás de tanto mal hay un enemigo principal con el que colaboran otros grandes poderosos, y no descubro nada nuevo cuando afirmo que es el imperialismo yanqui, el mismo capaz de dañar a su propio pueblo con una desatención inaudita a la pandemia del covid-19, que le ha costado la vida a tantos miles de estadounidenses.

Lo afirmado hasta aquí no es solo un rosario de desgracias, es también volver,  otra vez, a la imprescindible denuncia y mantener la lucha por barrer tanta excrecencia que se nos impone.  Viene a mi mente palabras de nuestro querido Fidel en ocasión de un 10 de Diciembre, Día de los DD.HH.

“Hablo en nombre de los niños que en el mundo no tienen un pedazo de pan; hablo en nombre de los enfermos que no tienen medicinas; hablo en nombre a los que se les ha negado el derecho a la vida y la dignidad humana”.

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