El lacayo del imperio ¡Que pena!

El presidente de esa nación, Luis Lacalle Pou acaba de protagonizar un acto que representa un servilismo casi inaudito a lo más oscuro de esta humanidad; y lo curioso de tal postura es que la adoptó, precisamente, en un marco de indudable rebeldía al imperio como lo es la CELAC.

Lacalle Pou utilizó en sus palabras el disfraz de la hipocresía, asumiendo una postura “valiente” que al cabo resultó hasta ridícula e insultante. Es posible discrepar con gran valor para hacerlo, pero otra cosa es insultar y burlarse de la verdad incuestionable.

Inició su intervención con palabrejas de tribuno acomodado que busca protagonismo: “participar en este foro no significa ser complaciente; con el debido respeto, cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respetan la separación de poderes, cuando se utiliza el aparato represor para callar las protestas, cuando se encarcelan a los opositores , cuando no se respetan los derechos humanos, nosotros, en voz tranquila pero firme, debemos decir  con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela. A la OEA se le puede criticar determinados aspectos de su manejo, pero no el organismo en sí”

A este hombrecito, al parecer, se le olvidó que cuando hablaba de irrespeto a los derechos humanos, falta de democracia, utilización de la represión y otros males, estaba, sencillamente, retratando al Chile de Pinochet, a Somoza en Nicaragua, a Batista en Cuba, a Trujillo de República Dominicana,  y en general a todas las dictaduras sangrientas que han asolado a nuestros pueblos.

Y ahora resulta que toda esa inmundicia quiso arrojarla sobre el rostro de países dignos y rebeldes que no aceptan ya tanta villanía, y solo pretenden lograr  pueblos en paz con  desarrollo social. Pero no se hizo esperar la respuesta de dignidad en la voz de nuestro presidente con palabras demoledoras que denunciaban la verdadera cara de la OEA y de sus defensores a ultranza.

No pretendo reproducir mecánicamente las palabras del compañero Díaz-Canel. Solo, eso sí, lo que considero no debe excluirse, por ser verdades irrebatibles:

la OEA es un organismo al servicio de Estados Unidos; apoyó los intentos de aislamiento a Cuba; las intervenciones militares en América Latina y el Caribe; los golpes de Estado; las dictaduras militares, incluyendo a Uruguay. Además, sus palabras resonaron demoledoras al decir que “el neoliberalismo, el monroísmo y la OEA es lo que defendió el presidente uruguayo Lacalle; afirmó que “EE.UU. la diseñó para contener la resistencia de los pueblos de nuestra América”. Añadió otras verdades, entre las que se destacan que su presidencia había impuesto a su pueblo un paquetazo neoliberal que ha multiplicado la inestabilidad, la especulación, la deuda externa, el intercambio desigual, crisis financiera, pobreza, desigualdad y un abismo entre el norte opulento y el sur desposeído.

Este capítulo de nuestra América y el Caribe es uno más entre otros muchos que han protagonizado, y protagonizan, muchos lacayos de este mundo que, como escuderos del imperio se proyectan como lo más oscuro y dañino de la humanidad.

No os asombréis. Solo denuncie al tigre agazapado y, sobre todo, luche sin descanso, porque esos personajes y su sistema oprobioso merecen ir al estercolero de la historia.

Este señor presidente debía suplantar su ignorancia y servilismo por el estudio de lo que fue Cuba y lo que es hoy, meditando sobre lo expresado recientemente por el digno mexicano López Obrador cuando dijo que el pueblo cubano merecía ser calificado como patrimonio de la humanidad por su resistencia.

Mal puede luego alzarse a hombre el que se educa como a siervo mísero”. José Martí

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