Y otra afirmación incuestionable es que eran grandes amigos de Estados Unidos en su cruzada de “defender los derechos humanos y la democracia”, claro a golpe del garrote. ¿Usted concibe un cinismo de tal envergadura? Pues sí, no lo digo yo, es historia real que hoy día nadie, con un mínimo de decencia, se atreve a cuestionar. Siempre fue y es así, doble moral e hipocresía que no tienen límites.
Es decir, una democracia sui géneris al estilo yanqui. Mientras le dan abrigo a los monstruos; o mienten desvergonzadamente acusando a presidentes honestos de patrocinadores del terrorismo, ellos dejan caer bombas a diestra y siniestra tal si fuera un deporte; o señalándolos como violadores de derechos humanos, mientras Estados Unidos aplasta tales derechos mediante múltiples formas, es decir, dirigiendo los llamados golpes blandos contra países democráticos; bombardeando; ejecutando persistentes labores de injerencia; declarando guerras psicológicas; así como bloqueos para ahogar económicamente a las economías de gobiernos que no se subordinan, y hasta robos descarados de recursos como sucede con el oro de la hermana Venezuela.
La gente más dañina y deshumanizada, al salir huyendo de la justicia popular de sus países, saben que serán recibidos con beneplácito en Estados Unidos, claro, si presentan sus millones como garantía. Un caso que sirve de ejemplo es el de Fulgencio Batista Zaldívar, desgraciadamente dictador sangriento que enlutó al pueblo de Cuba. Este señor llegó a contar con la simpatía de connotados mafiosos de aquella nación, entre ellos Mayer Lanski, el que estuvo a punto de convertir a nuestra querida Isla en un emporio del juego y la prostitución, con la anuencia del gran señor presidente que, en su momento, llegó al poder mediante Golpe de Estado. Era la época en que se pretendió dividir la Isla en dos partes para crear lo que se denominó “Canal Vía Cuba” y favorecer así a los turistas millonarios yanquis.
Obviamente, Batista al salir de Cuba en la madrugada del día primero de enero de 1959, pretendió ir a Miami, dónde si no, pero le alertaron que en ese lugar podía encontrarse con grandes enemigos, obligándolo a partir a República Dominicana, donde era presidente el gorila General Rafael Leonidas Trujillo.
A Batista lo recibieron con los máximos honores pero, transcurridos algunos días, le presentaron la cuenta que debía pagar por la enorme cantidad de armas que se había enviado a Cuba para derrotar a la guerrilla de la Sierra Maestra. Se produce la queja de Batista pero no pudo con el otro lobo de colmillos más afilados. Bien, no quiero aburrir solo queda decir que fue a parar a un territorio español en el cual murió.
Fíjese en algo curioso: Batista y Trujillo, dos tigres de la misma camada. El primero quiso estafar al segundo, y este último le ganó la pelea. Pero hay algo que sirve de común denominador: los dos fueron hijos predilectos del norte revuelto y brutal, al que jamás le importó que fueran seres despreciables y asesinos connotados. Sin embargo, de tales hechos los grandes medios de comunicación no hablaron ni hablan, porque para ellos estos seres, simplemente, son nombrados como “luchadores por la libertad”, como lo fue también Luis Posada Carriles, terrorista internacional, el mismo que, desde aquel territorio, planeó y dirigió el monstruoso caso de la explosión en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación, que costó la vida a 73 pasajeros inocentes.
Un buen día un tal Cordell Hull, secretario de Estado de los EE.UU. y el propio presidente Franklin Delano Roosvelt pronunciaron una frase que quedó para la historia, porque define con la mayor claridad la génesis de tanta crueldad. El primero, refiriéndose a Trujillo y el segundo a Somoza: “Es un hijo de…”, pero es nuestro hijo de…” Con esto basta, no es necesario argumentar más.
(…) los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos.” José Martí