Estados Unidos: La igualdad racial inconclusa

Históricamente había terminado la Guerra de Secesión entre los estados Federales industrializados del norte y los Confederados esclavistas del sur. Liderados por el presidente Abraham Lincoln, la victoria norteña dio al traste con la economía de plantación de los estados sureños, basados fundamentalmente en el trabajo esclavo. 

Cuando aconteció la Guerra de Secesión, los Estados Unidos eran ya una nación independiente. Décadas antes, en 1776, fue proclamada la Declaración de Independencia, cuyo primer principio es el reconocimiento de la igualdad de todos los hombres, sin distinción; en cambio se mantuvo la esclavitud de los seres traídos de África, a contrapelo de aquella Declaración que reconocía como principio la ilegalidad de tan degradante condición. 

La sociedad norteamericana de entonces no se correspondía históricamente con el esclavismo anterior a la Edad Media, predecesor del sistema feudal. Como sucedió en toda América, la esclavitud de los negros traídos de África era una modalidad propia del capitalismo en su primera fase agrícola, manufacturera y mercantil.  Ello nos lleva a cuestionar la legitimidad de un estado de servidumbre en un país que, en principio y desde su surgimiento, la deslegitimó. 

Al fin de la esclavitud siguió un estatus discriminatorio contra los ciudadanos de piel negra. El segregacionismo racial devino factor común de la sociedad estadounidense, muy a pesar de los principios enarbolados y de la derogación del degradante estatus esclavista. Los negros fueron – y la realidad lo evidencia – ciudadanos de segunda categoría. Es la herencia del capitalismo, sistema que en determinada fase de su desarrollo deshumanizó la condición del afroamericano, para calificarlo como ser de categoría inferior. 

Las luchas por los derechos civiles fueron largas, intensas y sangrientas. Bien entrado el siglo XX no quedó otra opción que legitimar – al menos en el orden jurídico – la dignidad y los derechos de los afrodescendientes.  Hace poco menos de un mes, el 25 de mayo, el afroamericano George Floyd resultó asesinado, víctima de la violencia policial en Minneapolis, Estado de Minnesota. El homicidio provocó grandes protestas a lo largo y ancho del vecino del Norte. Posteriormente otros afroamericanos han sido víctimas de la violencia. 

Así celebraron ayer Juneteenth los norteamericanos

Durante la presidencia de Donald Trump – propulsor de una postura racista y xenófoba, los grupos proclives a la segregación han ganado fuerza, ello sin descontar una política oficial en igual sentido. Vale preguntarnos, si en este preciso momento el Juneteenth es una fecha a celebrar. Pienso que en las circunstancias actuales resulta irónico y sarcástico, amén de lo risible que sería si no hubiese tanta sangre, dolor y sufrimiento en su entorno. 

La discriminación racial en los Estados Unidos subyace como parte de la estructura de un sistema – el capitalismo – segregacionista en sí, sea por la condición social, nivel de riqueza, color de la piel y ascendencia. Esto dicho, más la demencial política de Trump – él mismo y su propia esposa – descienden de inmigrantes, constituye la más incongruente y desfachatada actitud en un país constituido mayoritariamente por inmigrantes. 

En todas las guerras emprendidas por los Estados Unidos, los soldados de color de piel negra han combatido en primera línea  a la par de los blancos, y lo han hecho como ciudadanos plenos a la hora de exponer sus vidas. 

Netflix recién estrenó Da 5 Bloods, trae de vuelta el tema del racismo y la lucha de los afronorteamericanos por sus derechos a ser iguales

Acaba de salir una película elocuente al respecto. Me refiero a “5 Sangres”, dirigida por Spike Lee. Más allá de la acción es un filme que expone la historia contemporánea de la comunidad negra en Estados Unidos desde la guerra de Vietnam, cuyo mensaje político resulta claro. Su argumento, muy actual, sirve para recordar que el racismo allá ha existido siempre y todavía prevalece. Que cuanto se dice de igualdad racial no va más allá de una mórbida mentira. 

El 28 de agosto de 1963 Martin Luther King Jr., líder de los derechos civiles de los afroamericanos, pronunció su histórico discurso recordado como “I have a dream”. Aquel sueño legítimo no se ha cumplido. Sé que un día lo será porque no existe causa justa que pueda ser detenida por una ni mil balas asesinas, ni homicidios por asfixia. 

Tengo la convicción de que el sueño de Martin Luther King Jr. está cercano. A partir de entonces el Juneteenth, Fiesta del fin de la esclavitud en Estados Unidos, tendrá todos sus motivos para celebrarse como lo merece.

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