La Helms-Burton, esa indecente basura

El pueblo de Cuba no le teme a esa caricatura de ley como a ninguno de sus capítulos; más bien indigna ver hasta dónde llega la paranoia imperial. En definitiva no es otra cosa que una parodia de ley que en su seudoformato jurídico pretende ridículamente imponernos disposiciones que aquí no han tenido, ni tienen ni tendrán vigencia jamás.

Claro que no faltan del otro lado sietemesinos y mal llamados cubanos -pocos, por suerte- que la aprueban. De la misma forma que la Unión Europea la condena por su carácter extraterritorial, toda cubana o cubano con un ápice de vergüenza y patriotismo desprecia y condena semejante disparate con apariencia jurídica.

En primer lugar porque es una amenaza impúdica contra la independencia y la soberanía de Cuba y de todos los cubanos. Un ápice de sentido patriótico, hasta de adversarios, basta para caer en la cuenta de que se trata de una superchería intervencionista.

¿Acaso es posible que alguien con sentido común aceptara ser despojado impunemente de sus bienes? ¿Tendría sentido que un vecino, por mucho dinero que tenga y mucha gente que soborne, se arrobe el derecho de hacer con nuestro inmueble lo que le venga en gana, incluso destruirlo si le diera la gana? Tales razonamientos solo caben en mentes huecas de apátridas o imbéciles.

Cuando la Revolución Cubana en el poder, con el derecho legítimo de Cuba como nación expropió bienes estadounidenses, desde el primer momento se propusieron las debidas compensaciones. Las nacionalizaciones comenzaron como respuesta a las agresiones contra nuestra economía, y se actuó con total apego a la ley.

La otra parte respondió con más agresiones y fue por culpa de ellos, no nuestra, que no se llegó a un acuerdo para el pago de parte de los bienes nacionalizados.

Medio siglo después Cuba ha mantenido dispuesta a conversar y llegar a un acuerdo sensato sobre tales compensaciones partiendo, en primer lugar, del más absoluto respeto a su soberanía; pero los daños materiales y humanos del inhumano bloqueo económico -aparte de las irrecuperables pérdidas humanas- suman mucho más que el valor de las viejas propiedades confiscadas. Habría que sentarse de igual a igual para que se compensen unas y otras.

En cuanto a la efectividad de los capítulos III y IV, de la Ley Helms-Burton, no nos alteran los nervios. Su contenido es tan disparatado como que alguien pretenda venderle a un iluso una finca en el planeta Marte.

Desde diciembre de 1996 La Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano supremo de la nación cubana, aprobó de manera unánime la Ley 80 de Reafirmación de la Dignidad y Soberanía Cubanas, q ue en su Artículo 1 expresa: «Se declara ilícita la Ley “Helms-Burton”, inaplicable y sin valor ni efecto jurídico alguno».

En el Artículo 2, con total transparencia «se reafirma la disposición del Gobierno de la República de Cuba, expresada en las leyes de nacionalización promulgadas hace más de treinta y cinco años, en lo relativo a una adecuada y justa compensación por los bienes expropiados a las personas naturales y jurídicas que en ese momento ostentaban la ciudadanía o nacionalidad de los Estados Unidos de América», mientras que en Artículo 3 proclama que «las indemnizaciones por las propiedades estadounidenses nacionalizadas en virtud de ese proceso legítimo, validado por las leyes cubanas y el Derecho Internacional, a las que se refiere el artículo anterior, podrán formar parte de un proceso negociador entre el Gobierno de los Estados Unidos de América y el Gobierno de la República de Cuba, sobre la base de la igualdad y el respeto mutuo».

La Ley 80 se completa con un total de 14 Artículos esclarecedores que reflejan la buena voluntad de Cuba y su carácter soberano.

A quienes se les pasma el sueño con la descabellada idea de una restauración neoplatista, les recomendamos virarse del otro lado para ver si se dan cuenta de que, para ponerla en vigor acá, tendrían que volver a sojuzgar nuestra Patria como enclave colonial, y eso es revista vieja.

El primero de enero de 1959 los mambises sí entraron en Santiago de Cuba y conquistamos nuestra Independencia para siempre. Por ello es aconsejable que se despabilen quienes persistan del otro lado del Estrecho de la Florida en tamaño disparate, a riesgo de caerse de la cama.

El mundo entero condena el Bloqueo; la Helms Burton -con todos sus acápites y rimbombancias- no pasa ni dejará de ser una quimera ambulatoria. El Napoleón de Opereta que está muy ocupado en deshacer su Imperio a fuerza de disparates, y sus acólitos ignorantes, lo saben; solo pretenden engatusar a ingenuos y tarados para anotarse puntos propagandísticos.

Por su fuerza bruta puede que atravesemos meses más difíciles en el aspecto económico, pero hace tiempo que estamos vacunados contra la rabia imperial y la enfrentamos con madurez.

Nos ocupa más nuestro ordenamiento político, económico y social que la chillería paranoica. Estas son jornadas de trabajo intenso, de seguir luchando contra las indisciplinas sociales, las manifestaciones de corrupción y la apatía, poniendo en acción todas nuestras reservas materiales y morales.

No nos desanimamos, mantenemos la frente en alto y el optimismo activo porque confiamos en el porvenir, en la virtud, en nuestra capacidad y en la verdad. Porque, en definitiva, la Helms-Burton y sus agoreros no son más que una indecente e intrascendente basura, un rotundo fracaso.

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