No es lo mismo

Por ejemplo, el águila  arpía es representada en la mitología por un monstruo con alas y garras afiladas, cuyos excrementos emitían un olor tan desagradable que dañaba todo lo que tocaba.

Su maniobrabilidad es tal que puede volar entre el tupido follaje de la selva sin ser percibida por sus presas. Y leyendo, casi inconscientemente, llega a mi mente el rostro de un personaje realmente aborrecible que hasta un momento parecía olvidado pero, sin embargo, ha llegado a la escena política actual por mandato del halcón mayor.

De la forma en que este “buen” señor llegó a mi mente  asociado a un ave rapaz no tengo respuesta, quizás son mecanismos del cerebro humano  que no sé describir.

Intento introducirme en la maleza de la selva, y por sus huellas logro comprobar  algunas de sus andanzas para “defender los derechos humanos”, de un modo al estilo gringo.

Vea usted algunos ejemplos, siempre con su rostro siniestro y andar sigiloso: responsable de operaciones genocidas de los EE.UU. en Nicaragua, El Salvador e Irak; fue el más malvado asesor de otro gran halcón, el “muy respetable” Reagan; desde Chávez estuvo muy vinculado a la intentona golpista contra aquel revolucionario ejemplar, siendo en aquel entonces nada menos que director del Consejo de Seguridad Nacional para la democracia y los derechos humanos; participó en los planes para la invasión de Irak en el 2003, invasión que cobró la vida de UN MILLÓN DE IRAQUÍES; estuvo implicado en el famoso escándalo Irán-Contra;  muy vinculado a la horrible masacre de la población El Mozote en El Salvador, que apoyó y financió  EE.UU. ¿quién si no?.

Y este es el hombre, que el gran amo del mundo, Donald Trump, le ha encargado ¡fíjese bien! que se ocupe de la tarea de acabar con el gobierno bolivariano y su presidente Nicolás Maduro. ¿Quién es el agraciado de cumplir tan “honrosa” tarea? Es el ave rapaz y depredadora que lleva por nombre Elliot Abrams.

Si tiene semejanza con el que se viste de humano, no  es casualidad, sino pura realidad. Así andan las cosas allá en la cueva de la Casa Blanca.

Claro, otras muchas bestias son capaces de ejecutar con inaudito cinismo y crueldad las tareas que se le encomienden u otras de su autoría, pero he decidido hablarles de este por su gran singularidad dentro del monstruo, como por ejemplo el del bigotico blanco, que hasta su figura lo denuncia como parte repugnante de la maldad.

Pero ¡cuidado!, ya muchos piensan que se están acercando, cada vez más, al umbral del derrumbe, porque ya la humanidad no puede soportar el peso de tanta infamia y abuso a los pueblos.

“Unos están en el mundo para minar; y para edificar están otros”,  José Martí.

Autor