Para Ibrahim Aput Eybaiter un adiós sin despedida

Mi último encuentro con él fue en el elevador del ICRT, hace más de 7 meses, y aunque su parada era en el piso 8, donde radica la entrañable emisora, su actitud de gentelman lo hizo acompañarme hasta el 10, en la Dirección Nacional de la Radio, y allí nos abrazamos, mirando ese mapa que nos define y que incluye a todas las emisoras de radio de mi país.

Ibrahím fue un hombre de su tiempo y para todos los tiempos, me confesaba, que muchos en el ICRT le decían «profesor», y que muchas veces aprendía de sus noveles alumnos en el mundo de la locución, que no era dado a las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, pero que si de comunicación se trataba, él levantaba sus dos brazos.

Cariñoso como pocos, siempre tenía un momento para el abrazo y el saludo especial, y en las largas horas de coberturas por la llegada de un ciclón, o huracán a tierras cubanas, teníamos siempre a este locutor dispuesto a darlo todo ante los microfónos, y nos apoyaba a elaborar, con total intencionalidad, los partes climátologicos, para que el oyente se sientiera a gusto y viera la emisora como un compañero más en momentos tan vitales de la noticia.

Siempre estaba leyendo un libro, o un periódico, sé que le gustaba mucho compartir con sus compañeros, viejos y nuevos, de la Redacción Central de Radio Reloj. Nunca estaba cansado y conozco que venía a su amada cabina, con gripe, con dolores de huesos, con migraña. Ibrahim siempre estuvo aquí.

Cuando me inicié como periodista en Radio Caribe, en el municipio especial de la Isla de la Juventud, en septiembre de 1986, tuve la revelación de que en la fundación de esa emisora, estuvo Ibrahim entre los consagrados que allí prepararon al personal que participaría en ese engendro comunicacional, aún sin conocerle, sentí admiración por esta figura de nuestra Radio Cubana.

Debutó como locutor en la hoy emisora Radio Majaguabo en el lejano año de 1948, desde ese día me confesó que su amor por la magia de la radio no tiene límites, y en Radio Reloj ha conocido y ha vivido los momentos más grandes de Cuba.

También me dijo que cada vez que escuchaba la voz de Pepe Antonio (José Antonio Echeverría) en su Alocución del 13 de marzo, siempre se le ponían los pelos de punta, porque «yo viví ese tiempo» y siempre me alertaba que en 1959 la dictadura de Fulgencio Batista, había cobrado la vida de 20 000 jóvenes cubanos, una cifra que se le había quedado en la mente, por eso, hay que cuidar mucho a la Revolución.



… Hay Ibrahim, cuántas anécdotas contigo se me quedan guardadas en el fondo de mi alma, tus consejos, tu experiencia en la radio, tu manera de hacer locución ( tu tos )… Un día de esos como hoy que trae la lluvia, un día gris, como el de hoy, confieso que me sentía muy triste, como hoy, y llegaste a mi lado, y me dijiste: «compañera, cántame una canción»…. Miré tu admirado rostro, y sólo atiné a cantarte…. «Tu mirada, es el más perfecto modo, de decirlo todo, todo, aunque no hayas dicho nada»….

Hasta siempre Ibrahim, los hombres como tú no se van, quedan grabados en el recuerdo de los muchos que te quisimos, y compartimos contigo, nuestro eterno amor por la Radio.

Para Ibrahím Aput el aplauso merecido. Foto tomada del perfil de FB de Liuba Morena Álvarez

A continuación les sugiero acercarse mucho más a Ibrahím Aput en esta entrevista que publicamos en el Portal de la Radio Cubana, con motivo de serle otorgado el Premio Nacional de Radio.

Su imagen es familiar desde que lo descubro como actor a través de la Televisión Cubana, creo que en un serial policíaco. Tanto su agradable presencia como su voz de perfecta dicción llaman mi atención de inmediato. Después lo veía o escuchaba por televisión.

Imposible imaginar entonces que al pasar de los años nos encontraríamos, exactamente en febrero de 1991, en el paisaje campestre de los campos sembrados de papas del municipio San Antonio de los Baños, en la plena cosecha del tubérculo tan ansiado por la población.

Él como jefe de aquel campamento y yo como recogedora de papas. Pero en su caso, llama la atención, que se trata de un jefe que sale a cumplir su jornada como cualquiera de los movilizados y yo diría que los superaba, por su habilidad, para esta necesaria pero extenuante y dolorosa labor, más para aquellos, como yo, que además del trabajo sedentario padecíamos de nuestra gran e insustituible amiga, la columna vertebral.

Que días, no obstante, tan hermosos aquellos, que repetiría al año siguiente, pero acompañada por un batallón de más de 400 trabajadores de la Radio del país, que nos disponíamos a celebrar el Festival Nacional de la Radio de ese año y, a la vez, cumplir con el llamado del momento. Recuerden que nos referimos al año 1992.

Y allí nos recibe con una amplia sonrisa, debajo del gran sombrero campesino, el actor y locutor, Ibrahim Aput. Días espléndidos que quedarían grabados en la memoria para siempre. Ver a tantos compañeros y compañeras del país, en plena labor agrícola, mientras los jurados deliberan, en busca de los mejores programas y realizadores en condiciones tan difíciles.

Y a las siete de la noche, con el llamado de Aquí Alegrías de sobremesa, del locutor Eduardo Rosillo, ver sobre la tarima levantada al aire libre, a los artistas del programa con su escritor Alberto Luberta y nada menos que a la gran Orquesta Aragón, que se repartió la semana con la Original de Manzanillo, para amenizar durante más de una hora el programa estelar de Radio Progreso y vivir la gran experiencia.

Por supuesto los músicos quisieron dar su aporte y también los más jóvenes recogían papas, mientras los mayores, encabezados por Felo Bacallao y Pepe Olmos las pelaban para preparar aquella comida, que nos sabía a gloria, porque allí también se trabajó con calidad.

Coincidió, con el fatal accidente del compañero Pachy Naranjo, el director de la Original de Manzanillo y así convaleciente, a las siete en punto estaba al frente de su orquesta. Y al final los artistas ganadores de los premios ese año recibían sus diplomas, con tanto orgullo, sin importarles si estaban con alguna manchita escapada del barro rojizo del lugar. Y junto a nuestros artistas, el campesinado de la zona se movilizaba caminando o en caballos, para disfrutar cada día del gran espectáculo.

Al recordar momentos tan hermosos reafirmo el criterio de que todo se puede hacer, si en función de la obra, se aúna el talento, la voluntad y los deseos de vencer.

Tal vez Ibrahím no pensó que iba a recordar estos momentos, precisamente para comenzar su entrevista, pero es que este detalle es parte también de su historia, de su entusiasmo, de su trabajo, para hacer realidad aquel propósito, que tal vez a algunos le parecería algo de locos. Hoy tengo que darle las gracias por haber compartido aquella maravillosa locura. Ahora sí ¿Cuénteme dónde y como llega a la Radio?

— Ante todo debo decirte que soy de procedencia campesina media, y en 1947 comenzó mi vida laboral y lo hice como chofer. Pero en mi municipio San Luís, perteneciente a Santiago de Cuba se había creado una emisora de radio, la CMKQ, hoy conocida por Radio Majaguabo y allí debuté, como locutor al año siguiente, en 1948.

Pero como en aquel momento el Ministerio de Comunicaciones, exigía, el título de locutor para poder ejercer la profesión, logré en 1950, examinar y obtener el preciado diploma, que me permitió avanzar y ya desde esa fecha comencé a laborar en la CMKR, conocida entonces como la red provincial de radio de Santiago de Cuba, de una importancia tremenda.

Pero tengo entendido que usted procede de Manzanillo.

—Te voy a contar. Es que en Santiago estuve dos años solamente. Ya en 1952 me mudé para Manzanillo e inmediatamente comencé como locutor en la CMDF Radio Manzanillo, que es la que hoy se conoce como Radio Granma. También compartía el trabajo con la CMKX de Bayamo, ya que ambas pertenecían a la misma provincia y eso me facilitaba el traslado. Tengo de la CMDF un lindo recuerdo y es que allí formé un grupo dramático con aficionados, pero duró poco tiempo, por falta del apoyo, o sea, el presupuesto necesario.

Y finalmente Usted se instala en La Habana. ¿Cómo se produce este tránsito?

— Estando en Manzanillo me vinculé con una célula del Partido Ortodoxo, que es mi base política. Después lo hice con el movimiento 26 de julio que comenzó a tomar cuerpo en Manzanillo. Allí junto a un grupo de jóvenes que guiaba Andrés Luján Vázquez, comenzamos a desarrollar tareas, para ayudar al derrocamiento del tirano Fulgencio Batista, hasta que en diciembre de 1956, me vi obligado por el capitán de la policía Leoncio Naús Jaile que me dio 24 horas para que abandonara la ciudad.

En enero de 1957, ya me encontraba instalado en La Habana y enseguida comencé a trabajar en la Emisora Radio Caribe, que estaba situada en Prado 111. Allí operaba una célula del 26 de Julio que dirigía el locutor Julio Carranza Valdés y rápidamente me incorporé a ella. Tuvimos una actividad muy intensa en aquellos momentos.

¿Además de Radio Caribe, labora en otras emisoras de la capital?

—- Cómo tú sabes el salario del locutor era pequeño y eso nos obligaba a movernos a otras emisoras. En mi caso además trabajé en Radio Mambí, que también estaba en la Avenida del Prado, en Radio Lavín, en la CMK Radio Deportes, en Radio Musical, en la Cadena Oriental de Radio, que desde 1953, se había trasladado de Santiago de Cuba hasta La Habana, en fin tuve una vida radial muy intensa.

El 22 de agosto de 1957 y a consecuencia de una delación fui detenido y conducido nada menos que a la Novena Estación bajo las órdenes del sanguinario Esteban Ventura Novo. Allí me golpearon mucho durante 5 días. Pero gracias a las gestiones del Colegio Nacional de locutores me pusieron en libertad, con la advertencia de informar que los hematomas y lesiones que presentaba, se debían a un accidente.

Y en junio de 1958, me detuvieron de nuevo y fui llevado al Buró de Investigaciones, que estaba allí por el Puente Almendares y aunque me interrogaban a todas horas, no pasó de las amenazas. De nuevo tenía que agradecer al Colegio Nacional de Locutores, que se movió rápidamente, logrando mi liberación.

¿Y cómo penetra en su historia la Isla de Pinos?

— Sucedió que el día 15 de diciembre, por las relaciones que tenía Radio Caribe en La Habana, donde trabajaba con la nueva emisora que se pretendía inaugurar allí, participé en la inauguración de CMKN Radio Isla de Pinos. No imaginaba que el 31 del propio mes, sería enviado a cumplir una misión de la Revolución en esa emisora. Esta misión no se llevó a efecto porque precisamente en la madrugada del primero de enero de 1959, Batista abandonó el país, cuando ya las tropas rebeldes al mando de Camilo y Ché avanzaban hacia la capital, había triunfado la Revolución.

Pero Usted, después permanece en esa emisora ¿Por cuánto tiempo?

— Fue a petición de los compañeros Armando Hart Dávalos y Jesús Montané Oropesa, que fueron liberados ese día de la tenebrosa prisión de la Isla, me mantuve colaborando en la organización de la emisora durante cinco meses. Después regresé a La Habana a ocupar mis plazas en Radio Caribe y en Radio Musical, que eran las emisoras de Radio con las que trabajaba en ese momento.

En 1962, me trasladaron para Radio Rebelde donde permanecí ocho años y en 1970, me enviaron para la Televisión como actor y locutor, allí me mantuve durante veintiún años. Hasta que en 1991, decidí incorporarme al grupo de locutores de Radio Reloj, y aquí estoy con el mismo entusiasmo del primer día.

O sea, que usted permanece ante un micrófono durante 64 años, como locutor y actor en la Radio y la Televisión. Y específicamente en Radio Reloj usted ha sido uno de los abanderados del estelar Matutino. A lo que hay que agregar su presencia en la película cubana Ustedes tienen la palabra. ¿Pero y su labor docente?

— Comenzó en la Televisión, en la formación de nuevos locutores y ha continuado hasta hoy. Imagínate que soy miembro de los Tribunales Nacionales de Evaluación de Locutores desde su fundación y Miembro de la directiva nacional de la Cátedra de Locución. Además presido el Consejo artístico de Radio Reloj.

No le voy a preguntar todos los reconocimientos, órdenes, medallas, que usted merecidamente se hace acreedor por su participación en movilizaciones militares, en las distintas zafras agrícolas, porque sé que usted siempre fue un trabajador incansable, que no esperaba que se le llamara, porque antes acudía. Y aunque son incontables las medallas si quiero referir algunas por el gran significado de ser vanguardia municipal, provincial y en dos ocasiones Vanguardia Nacional de la CTC, que premian las ocho zafras en la caña y una en el tabaco, los cuatro años permanente en la agricultura, entre tantas. A lo que se agrega su nivel destacado como artista de su pueblo. Pero ante tanta abnegación, calidad humana y artística, no puedo menos que exclamar entre signos de admiración:

¡QUE MERECIDOS FUERON Y QUE DIMENSIÓN ADQUIEREN ESE PREMIO NACIONAL DE RADIO POR LA OBRA DE LA VIDA Y ESA CONDICION DE ARTISTA DE MÉRITO DE LA RADIO Y LA TELEVISIÓN, PORQUE COMPAÑEROS COMO USTED LA OSTENTAN!

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