Por los caminos del Che

La magnanimidad del Guerrillero Heroico motivó a nuestro líder eterno Fidel, a desear que todos nuestros hijos sean como el Che.

Hoy lo sentimos tan cercano como en aquellos tiempos, recién bajado de la Sierra Maestra; como cuando estuvo al frente del INRA y del Banco Nacional. Recordamos al Che intransigente con el imperialismo, cuando advertía que nunca deberíamos ceder “ni un tantito así”.

En estas jornadas en que ha arreciado el Bloqueo económico por parte de los Estados Unidos y estamos comprometidos en la Actualización de nuestro Modelo Económico, más que nunca el pensamiento del Che se nos hace presente.

Nos proponemos un modelo de desarrollo autógeno, un Socialismo cubano inspirado en el pensamiento de Martí y la guía de Fidel; y ese Socialismo transita a su vez por el pensamiento económico del inolvidable Comandante Guevara, siempre reacio a las copias de modelos ajenos.

Los pensamientos del Che y de Fidel convergen armónicamente como herramientas indispensables para construir la Cuba que todos queremos, esa Cuba que pensamos entre todos para el bien de todos, basada en un Socialismo próspero y sostenible.

Los recientes acontecimientos en el orden económico vuelven nuestra mirada hacia el Guerrillero Heroico. El control económico, la optimización de recursos, el ahorro, la productividad, el control de los costos de producción, la reducción de las importaciones y la solidaridad entre cubanas y cubanos, son ellos ingredientes de un pensamiento económico martiano, marxista, fidelista y guevarista que deben acompañarnos siempre.

Con Fidel como inspirador y junto al Che marchamos en la búsqueda de nuestro propio modelo Socialista. Es quehacer ajeno a fórmulas burocráticas y que – por encima de todo – deviene como accionar progresivo e ininterrumpido.

Nuestro paradigma de Socialismo es fruto de la autoctonía de nuestra realidad, de condiciones concretas y específicas de la realidad cubana, sin que dejemos de asimilar cuanto de bueno tienen las experiencias y resultados de otras latitudes. Se trata de una búsqueda continuada cuyos cimientos se asientan sobre la dialéctica y el acontecer, tanto nacional como mundial, y lo que cada momento demanda como estrategia para un desarrollo equilibrado que dé lugar a una distribución cada vez más equitativa de los bienes materiales y espirituales, de acuerdo al esfuerzo de cada cual y al trabajo creador de la sociedad en su conjunto.

La Revolución Cubana tiene la grandeza de aprender de sus errores, cuenta con la hidalguía de la rectificación cada vez que se hace necesaria. La razón y la ética nos convocan a la armonización de la riqueza con la ética. Por ello con mucha razón el Che hubo de expresar:

Nosotros tenemos una gran laguna en nuestro sistema; cómo integrar al hombre a su trabajo de tal manera que no sea necesario utilizar eso que nosotros llamamos el desestímulo material, cómo hacer que cada obrero sienta la necesidad vital de apoyar a su revolución y al mismo tiempo que el trabajo es un placer.”

Este concepto socialista de vinculación del ser humano a su acción creadora transita invariablemente por el sentido de pertenencia, por la conciencia proletaria.

El Che fue un exhaustivo estudioso de la teoría marxista-leninista, y de ella tomó lo esencial para interpretarla en las especificidades de la realidad cubana. Su pensamiento se une al de Fidel, y ambas experiencias confluyen en el propósito de cimentar una Cuba cada vez mejor.

Hoy que conmemoramos otro aniversario de su caída en Bolivia, lo recordamos como un maestro de revolucionarios. Más allá del inevitable dolor que sentimos por su partida, lo más importante es saberlo cercano, activo y viviente en cada uno de nosotros. Sentirlo junto a Fidel y el Concepto de Revolución que con tanta sabiduría nos legó.

Nuestro compromiso – no simple consigna sino quehacer diario – consiste en seguir transitando por los caminos del Che para merecernos la gloria de ser como él.

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