por Porque Rosita brilló en todos los géneros y escenarios y se convirtió en leyenda viva para los cubanos. Actuó, cantó, bailó y deslumbró al público arrancó aplausos nacidos del alma. Fue incansable. Trabajó en el teatro, la radio, la revista ligera, el espectáculo musical variado, el cabaret, el cine y la televisión. Su amistad y colaboración con los más grandes profesionales del arte cubano signaron su vida, personal y laboral. Ernesto Lecuona, Rita Montaner, Bola de Nieve, Benny Moré, María de los Ángeles Santana, Rodrigo Prats, Adolfo Guzmán y Armando Romeu, entre muchos otros, fueron sus amigos, admiradores y compañeros de trabajo.
Rosa Fornés llevó su arte a múltiples escenarios de los más diversos países de Europa, América Latina y en Estados Unidos donde alcanzó el éxito. Considerada una leyenda viva del arte y la cultura de nuestra patria, recibió a lo largo de su fecunda trayectoria distintos reconocimientos y condecoraciones de Cuba y otros países, entre los que resaltan el Honor al Mérito, otorgado en México, la Distinción a la Cultura Nacional, el Premio Nacional de Teatro en el año 2001 y el Premio Nacional de Música en el año 2005. Su legado es invaluable y perdurará en el tiempo, tanto como el amor que le brindó el público de diversas latitudes, en especial el de su isla.
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Rosa Fornés amó la vida, y supo dotarla de colores y aromas. Cada uno de nosotros guarda un recuerdo memorable de la diva cubana, sea cantando o actuando, haciendo televisión o en el escenario de un teatro. Porque en todo brillaba como nadie, y su sola presencia le daba alas a la fantasía.
El 10 de junio emprendió Rosita su último viaje rumbo a la fama eterna. Nos dejó un hermoso legado, recuerdos imborrables y esa eterna y dulce belleza que nunca olvidaremos.