Guerra sicológica contra Cuba: buscando profundidad para huir del eco

Este servicio, argumentaba Eco, se justificaba por la proliferación explosiva de información que la web generaba sin validación alguna, lo que provocaba la inundación de los lectores con contenido francamente idiota.

Sospecho que su remedio tiene potencialmente el peligro de ser peor que la enfermedad. Presupone que los periódicos tienen un status especial respecto a otros medios en cuanto a validación de la información que proveen, cuando sabemos efectivamente que ese no es el caso.

Hoy día demasiados periódicos en el mundo, presionados por el mercado o por la amenaza de quedarse sin lectores, se han vuelto tan tóxicos, en eso de generar contenidos ideotizantes e idiotizados, como la más tonta página de Facebook.

De hecho, descansando en la idea particularmente reaccionaria de la posverdad, el extremo son las llamadas granjas de noticias que crean contenidos informativos de manera automatizada, usando plantillas y rellenando con localismos para hacer la noticia más cercana al lector lo mismo de Malasia, que de Cuba.

A mi página de Facebook llegan constantemente contenidos que me hablan de cómo en el municipio de Plaza de la Revolución está arrasando determinado producto que en Cuba no se vende ni en el mercado formal, ni en el informal.

Para tales menesteres sirven programas informáticos que usando tecnologías relativamente nuevas, como las redes neuronales, son capaces, revisando millones de páginas digitales, de generar, sin que intervenga el hombre, contenidos automáticos como si los hubiera redactado un ser humano.

La mayoría de las veces estas notitontas o tonticias, como prefieran, son más bien de índole genérica, idioteces al estilo de La ciencia demuestra que dormir en el lado izquierdo de la cama te hace más inteligente, pero sin dudas hay intenciones más perversas y más sofisticadas (para un ejemplo de ello en función de denuncia, visiten la página web http://www.elsewhere.org/pomo/, todo el contenido en ella es generado de manera automática).

Basados en esas mismas tecnologías automáticas, otra práctica deshonesta es también el análisis de escenarios donde se tienen redactados párrafos enteros de juicio, de acuerdo con determinado sesgo editorial o intención manipuladora, que son mezclados con otros párrafos creados por algoritmos para adaptarse a contextos que van surgiendo.

Es así como se entiende la rapidez con que aparecen tantas respuestas, más o menos largas, dentro de los pocos segundos posteriores a otra noticia. Un ejemplo reciente es la rapidez de segundos con que se generaron contenidos en la red para atacar la elección del nuevo primer ministro de Cuba.

No fueron cientos, sino miles las publicaciones en un intervalo muy corto. Difícilmente, tantos podían estar al tanto de quién sería elegido y más bien, uno piensa que se tenían elaborados perfiles de todos los potenciales elegibles, dentro de la Asamblea Nacional, para poder crear las noticias con la rapidez que requería la campaña que necesitaban montarse.

Detrás de tales engendros, no solo hay tecnologías informáticas, sino décadas de estudios sociológicos y sicológicos de manipulación de masas que han terminado por elaborar tecnologías igualmente perversas para influir sobre los colectivos humanos.

Sin dudas, nuevo por su alcance, son las tecnologías en la manipulación de las imágenes, o la minería de información que es capaz de encontrar, casi instantáneamente, fotos falsas u otras más sutiles que, tomadas fuera de contexto, se adaptan al mensaje que quiere llevarse al consumidor. Es así como vemos fotos de manifestaciones en Filipinas de hace algunos años mostradas como manifestaciones en la Venezuela de hoy.

El poder de todas estas nuevas antiguallas lo vimos desplegado en la elección de Trump, en el referéndum del brexit, en las elecciones en Brasil y pudiéramos seguir el listado.

Aunque los postulados en los que descansan tales engendros son muchos más viejos que Goebbels, que los sistematizó y teorizó sobre ellos, tan viejos como la sociedad dividida en clases, el grado de sofisticación totalitaria que han alcanzado hoy no tiene parangón en la historia humana, a tal punto que algunos reclaman que la sociedad global actual no es la sociedad del conocimiento, sino un estado de cosas que más bien responde a una sociedad de la desinformación, como resultado del abarrote de contenidos informativos chatarra.

No creamos que en Cuba estamos fuera del alcance de tales fenómenos. Por el contrario, somos el objetivo consciente de estas maquinaciones de guerra sicológica. Debemos ser conscientes de tal hecho para que al tomar partido, lo hagamos sabiendo que cada uno de nosotros somos el terreno de batalla donde se dirime esa lucha sin cuartel y sin descanso, y de la que no podemos sustraernos.

La mejor forma de equiparse para esta batalla que ocurre en nosotros y sin nuestro consentimiento, sigue siendo la vieja máxima de la Revolución: No creas, lee. Y al decir leer, el concepto hoy es más amplio que la simple lectura de un texto.

Lamentablemente, en el patio, tenemos una buena dosis de contenido chatarra generada por nosotros mismos, cuando deberíamos, a esta altura, ser mejores en nuestro oficio. Porque al decir lee, lo verdaderamente revolucionario es adquirir la capacidad de analizar más allá de los titulares.

Frente a la anécdota, buscar los por qué, las causas de los fenómenos. Frente a la apelación irracional a los impulsos opongamos la racionalidad del intelecto. Porque si de entender se trata, y no de repetir cual adoctrinado contenido mal digerido, la Revolución tiene la ventaja discursiva de ser portadora de un orden social y económico que aspira a la redención humana y no a su reducción a mera mercancía. La Revolución solo se hace con seres plenos, no aspiramos a menos.

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