La Habana clandestina horas previas al 1ro de Enero de 1959

Allí se encontraba, también, el experimentado y valiente telegrafista José Cardet. A pesar de estar en un lugar de mucho movimiento peatonal, pero también automotriz, incluyendo los carros patrulleros de la policía de camino al cercano órgano represivo conocido por la Policía Motorizada, cuya jefatura radicaba en la calle Sarabia.

Eran momentos definitorios para la Revolución, fue la inminente derrota de la dictadura, las aplastantes victorias del Ejército Rebelde bajo las órdenes del  Comandante en Jefe Fidel Castro.  Sobre esto conversaba con Cardet.

En esos instantes se recibe una llamada telefónica. La hacía José Medero Mestre (Pepe), jefe del Servicio Radiotelegráfico, mediante claves del Movimiento con comunicación directa con Santiago de Cuba y la Comandancia del Ejército Rebelde.  Cardet me extendió el aparato telefónico, diciéndome: Es para ti.

Cumpliendo lo orientado a través de la referida llamada, a la media hora arribé a la casa de Pepe, situada en la calle Juan Bruno Zayas, casi esquina a la Avenida de Acosta, en el barrio de la Víbora. Era cerca de las 10:00 de la noche.

De nuevo me hallaba junto a quien había sido uno de mis primeros jefes en la lucha clandestina contra la dictadura.  Juntos habíamos compartido labores en el noticiero de la emisora Cadena Oriental de Radio, de alcance nacional.

Oye, me dijo Pepe, se van a realizar varias acciones armadas y te propuse para incluirte en los grupos que participarán.  Dime si estás de acuerdo, concluyó. Cuenta conmigo!, fue mi respuesta.

Empezaron a llegar distintos compañeros, entre ellos el Comandante Diego, Jefe de Acción del Movimiento de las tres provincias occidentales de entonces, así como otros combatientes.  A pocos conocía.

Todo sucedió en un contexto en que predominó el silencio. Solo se escuchaba, con mucho cuidado, la manipulación de las armas a utilizar, atenuado ello, de manera intencional, por la música que se escuchaba de una emisora radial. 

Se nos explicó los objetivos a atacar. Eran tres estaciones de policía: la 8va situada en Malecón y calle N; la 4ta. en Zanja y Dragones  y la 9na.en Zapata y C.       

Repartidas las armas, me correspondió sumarme junto a otros dos combatientes, Julio y Adrián,  con destino a la última de las estaciones mencionadas. Se esperó hasta las 11:30 de la noche para esperar el cambio de guardia que se producía, habitualmente, a las 12:00 de la noche.

Me correspondió ocupar el asiento delantero al lado de Julio, teniendo como arma un fusil M1.  Detrás Adrián con una escopeta calibre 12 recortada.  Julio, armado con una pistola debía mantener encendido el motor del auto.

Evitando avenidas principales llegamos al objetivo previsto, o sea, a la 9na. estación de policía (hoy 4ta. Estación) uno de los centros de la represión de la dictadura y donde muchos revolucionarios sufrieron bárbaras torturas.

Según lo acordado, al igual que Adrián, abrimos al unísono las puertas del auto.  De inmediato, y en medio de la oscuridad, sólo se escuchaban los disparos y el grito de Viva la Revolución, emitidos por nosotros. Debido  a la sorpresa los uniformados pudieron hacer escasos disparos para de inmediato tirarse al piso como una manera de protegerse.

Al darse la orden por Adrián,  como jefe del grupo, abandonamos el lugar, lo cual se hizo estableciendo una cortina de fuego.  El auto tomó rumbo a la Avenida 26, buscando Santa Catalina  y la Avenida de Acosta, con destino final al punto de donde habíamos partido.

***

Fue por las transmisiones de Radio Progreso que se logró técnicamente la importante información (Huida del Tirano Fulgencio Batista) y que llegó al conocimiento del Comandante en Jefe Fidel Castro cuando se hallaba en Palma Soriano, después de fuertes días de encarnizados combates en que se logró la rendición de tan importante plaza que abría el camino hacia Santiago de Cuba.

La reacción del Jefe de la Revolución sería inmediata, convocando a la Huelga General y al avance incontenible del Ejército Rebelde, para vencer, como así fue, todo residuo militar de la dictadura derrocada.


Testimonio del Dr Rolando Álvarez Estévez, combatiente del M-26-7 en la cédula radicada a la Cadena Oriental de Radio de la CMQ Radio y Televisión.

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