Panchito Gómez Toro, héroe imperecedero

Con estas palabras, el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, dejó constancia de su primer  encuentro con un joven que llevaba en la sangre la semilla insurrecta que sacudía a la isla en 1895: Francisco «Panchito» Gómez Toro.

Panchito conoció en 1892 al hombre que marcó definitivamente su destino. Martí reclamó de sus esfuerzos en la localidad dominicana de Montecristi, donde trabajaba, para que lo llevara ante el Generalísimo Máximo Gómez Báez, con el propósito de plantearle nuevas propuestas de lucha. 

A pesar de su corta edad, Panchito se identificó plenamente con el espíritu liberador que invadía a su Patria, sedienta de un nuevo llamado por la independencia. Junto al Lugarteniente General Antonio Maceo y el propio Martí realiza algunos viajes vinculados a la preparación de la contienda independentista. 

Nacido en una humilde morada ubicada en La Reforma, provincia de Sancti Spíritus, el 11 de marzo de 1876, Panchito es el cuarto de los hijos del Generalísimo y Bernarda «Manana».

La situación de guerra por la cual atraviesa el país le impide disfrutar del calor de su padre, quien debe trasladarse junto a sus progenitores y hermanos a República Dominicana en 1880.

Ya en tierras dominicanas sobrevendrían tiempos muy difíciles. Varios de los integrantes de la familia enferman y mueren algunos de los muchachos; las cosechas se arruinaron; pasaron disímiles necesidades y apuros económicos, pero nunca se dieron por vencidos.

Desde pequeño, Panchito se caracterizó por su responsabilidad al asumir algunas tareas hogareñas. En los juegos infantiles imita al padre, que admira mucho, y profesaba un amor infinito a su madre Manana y sus hermanos.

Cuando estalla Guerra de 1895, Máximo Gómez lo dejó a cargo de los asuntos familiares, con el apoyo de su hermano Maxito. A pesar de esta responsabilidad familiar, afirmó con decisión que prefería estar combatiendo en Cuba.

En septiembre de 1896 llega su momento, y arriba a su tierra amada a bordo del vapor Three Friends al frente de una expedición encabezada por el General Juan Rius Rivera, el militar puertorriqueño de más alto rango en el Ejército Libertador Cubano.

En plena contienda independentista, el Titán de Bronce, Antonio Maceo, acoge a Panchito como a un hijo, juntos participan en varias acciones, lo cuida y protege, a sabiendas del tremendo compromiso que tiene con el Generalísimo Máximo Gómez.

La admiración y respeto que sentía Panchito por el Titán de Bronce no tenían límites. Designado ayudante de Maceo con grados de teniente, muy pronto alcanzó los de capitán, por su valentía y arrojo.

El 7 de diciembre de 1895, pese a tener órdenes de permanecer en el campamento de San Pedro por hallarse herido, el joven parte de inmediato hacia donde su jefe  había caído en combate, y en el intento de rescatar el cadáver ofrendó su vida.

La noticia de la muerte de Panchito conmovió al Generalísimo quien, con tiernas palabras, expresa: «Murió mi Panchito amado muy lejos de mí; mis brazos se quedaron abiertos, esperándole, porque así lo dispuso el destino (…) Descansa en paz héroe feliz, flor de un día que esparció sus perfumes entre los suyos (…) siempre te estaremos llorando (…) en el hogar que tu eterna ausencia ha dejado desolado y triste, eterno será tu duelo».

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