Trumperías de Trump

Su personalidad es, simplemente, inaudita, a tal punto que mantiene estupefacto al mundo.

Exactamente como refiere  Lázaro Fariñas, un periodista cubano radicado en EE.UU., puede catalogarse como abusador, narcisista y mitómano. En este último caso se conoce que el influyente diario Washington Post le ha contabilizado más de 2 mil mentiras ¡y las que faltarán!

Cualquiera puede verlo en imágenes televisivas caminando por los jardines de la Casa Blanca con un aire altanero, guapería barata, como diciéndole al mundo que él es el primero, la letra A del mundo y que el resto de la humanidad son sus súbditos.

Digamos  otras características. Se ha convertido en blanco perfecto de los humoristas y comediantes estadounidenses, los que tienen mucha tela por donde cortar.

De entrada tienen asegurado diariamente el tema para burlarse de él, porque el señor Presidente pone en práctica su manía y devoción por los twitter muy temprano en la mañana.

A partir de ese momento, lo que se ve y se oye en los espacios cómicos son burlas inimaginables; se ríen de su gobierno, de él, de su familia, y en fin…Trump brinda el material y ellos lo cocinan.

Puede asegurarse que le ganó en buena lid a los buchismos de Bush, y eso que este señor dejó una gran huella, no tanto por sus mentiras, sino por las barbaridades que decía sin límite alguno.

Lo califican de abusador, unido a su hábito de arrinconar, desprestigiar y humillar a todo los que estén a su alrededor.

Se conocen muy bien sus calificativos denigrantes a mujeres, subalternos y hasta países cuando los califica de «canallas».

A ello hay que agregar su olímpico egoísmo cuando asegura que Estados Unidos es primero. Pero quizás mentir sea una de sus primeras «virtudes», lo que facilita a los humoristas asegurarles trabajo fácil.

Y es curioso, porque cuando miente lo hace con desenfado y naturalidad, demostrando que, simplemente, no le importa.

Hace poco pude leer que mintió en pleno rostro del Primer Ministro de Canadá, pues le afirmó que Washington perdía billones en sus relaciones comerciales con aquel país; sin embargo, su propia Oficina de Comercio lo ha desmentido. Pero no le bastó, y en un discurso posterior dijo que él había dicho eso al Primer Ministro, sin saber siquiera si era cierto lo que estaba afirmando.

Si bien es verdad que Trump propicia la risa con sus barbaridades, también produce una gran preocupación porque es el Presidente de la nación más poderosa (hasta ahora)  del mundo y, si nos guiamos por su actuación, podemos llegar a la conclusión que estamos al borde del abismo porque fácilmente puede apretar el botón de su maletín nuclear.

Podemos reírnos de sus «trumperías», pero ¡cuidado!, sin dejar de denunciarlo una y mil veces.

Tipos como este hacen estiércol con la maldad y, además, se regocijan de ello; nosotros, sin embargo, queremos paz, y respeto.

El más sencillo de los profesionales cubanos puede dar lecciones de sabiduría y modestia a Trump, porque gozan de prestigio, modestia y admiración de sus compatriotas. Y cuando se percate que alguien quiere hacerle algún guiño al Amo del Norte, le dirá tajante: «no arrojad margaritas a los cerdos».

 

    

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