Clarias, ¿amigo o enemigo?

El Museo Oceanográfico de Mónaco,  enclavado al borde del Mar Mediterráneo, es una de las instituciones de su tipo más prestigiosas del mundo. En 1982 Jacques Ives Cousteau, un hombre que dedicó toda su vida a la promoción, exploración y cuidado del medio marino, era su director.  Cousteau escribió muchos libros de divulgación acerca del mundo submarino y realizó películas largas, cortometrajes y numerosas series para televisión. Tanto El mundo del silencio (1956), como El mundo sin sol (1966), ganaron el Oscar al mejor documental del año. Pionero en la promoción de campañas para la defensa de la naturaleza, este hombre sólo puede ser recordado como un abanderado de las mejores causas en la preservación del medio ambiente. Pero Cousteau adquirió para la colección del museo, durante el tiempo que dirigió sus trabajos, un alga verde, la Caulerpa taxifolia.

Muy pronto, según evidencias circunstanciales, junto al agua que evacuaban los acuarios hacia el Mediterráneo, esta alga llegó al Mediterráneo y se desarrolló prácticamente bajo las ventanas del museo. Terminó contaminando cerca de 10 000 hectáreas de los fondos marinos litorales, desde España hasta Croacia, provocando la desaparición de ricas y productivas comunidades de fanerógamas marinas, las praderas de Posidonia. El alga no mata, pero ahoga la biodiversidad del ecosistema marino. Ninguno de los procedimientos mecánicos o biológicos para erradicarla ha mostrado, hasta hoy, efectividad.

Pero no siempre las sumas y las restas en la introducción de especies tienen que tener un final infeliz como el de Mónaco. Mar y Pesca publicó recientemente una serie de artículos, donde se ofrece al lector abundantes elementos de juicio. Hoy queremos regresar sobre el tema, dándoles la palabra también a otros actores en el controversial asunto del cultivo del clarias en nuestro país.
  
¿Por qué introducir especies foráneas en Cuba?

Habría que comenzar diciendo que  la decisión de desarrollar el cultivo de especies de agua dulce, no responde a una idea festinada o un capricho. Es una necesidad mundial, no sólo de Cuba.

La pesca marítima hace años llegó a su límite máximo, y si en el año 2000 la captura de peces, crustáceos y moluscos fue de 86,8 millones de toneladas, cuatro años después fue de 85,7 millones de toneladas; es decir, decreció. Ese fenómeno de estancamiento o franco retroceso de la pesca en algunas regiones marinas coincide con el incremento en el mismo período, de 200 millones de nuevas bocas que alimentar en el mundo. La única solución posible es desarrollar los  cultivos, como una forma de atenuar la disminución en la tasa de crecimiento de las capturas marinas.

La acuicultura de peces, crustáceos, moluscos, sin incluir las hierbas marinas, es hoy por hoy la actividad de producción de proteína animal que más rápido crece a nivel mundial si la comparamos con la producción de carne de ave, cerdo o cualquier otra,  y es una de las pocas que puede superar la tasa de crecimiento de la población mundial.

El 65%  de las especies de agua dulce que se cultivan en nuestro hemisferio no son oriundas de esta área geográfica, tal y como sucede con algunas plantas, tan cercanas a nuestra cultura, como la caña de azúcar o el café. Las introducciones  de peces se realizan  a partir de ventajas comparativas con especies autóctonas, como un mayor crecimiento, tecnología de producción eficiente y económica, alto valor en el mercado exterior o propiedades nutricionales, entre otras.

Clarias por el mundo

El  cultivo de clarias no es un descubrimiento de los cubanos. Estas especies se explotan comercialmente en más de 30 países y en muchos de ellos fue introducido.

La producción mundial  está  alrededor de las 260 000 toneladas, con una fuerte tendencia al crecimiento y países como Nigeria, Malasia, Hungría, Tailandia, Indonesia u Holanda tienen importantes producciones  de clarias… y eso no es por casualidad.

Este pez, en  condiciones de cultivo, es capaz de ganar 10 gramos de peso por día cuando sobrepasa cierta talla, pues posee una capacidad asombrosa de convertir el alimento que se le suministra, en peso corporal.

Esta característica, junto a otras, lo hace una especie ideal para garantizar crecientes niveles de producción en los cultivos. Si en el año 2000, un año después de introducida, la acuicultura cubana produjo apenas 28 toneladas de clarias, en el año 2003 alcanzó las 438 y ya en el 2007 la producción fue de 3 889 toneladas. Parece que en el 2010 no habrá problemas para sobrepasar las 5 000 toneladas (Grupo INDIPES, 2007).

Su carne, firme y agradable al paladar, con un 18% de proteína, se compara favorablemente con la de cualquier otro pez tanto de mar como de agua dulce.

El clarias es un predador, con la desventaja de que es casi ciego, detecta a sus presas por el olfato y los bigotes y es un cazador nocturno, por lo que prefiere localizar su alimento cerca del fondo. Como cualquier animal, cuando vive fuera de las granjas de cultivo o de los embalses donde tiene garantizada su dieta, puede buscar otras alternativas de alimentación. Eso, junto a la capacidad de trasladarse por tierra, es lo que más escandaliza a muchas personas en nuestro país. Por suerte, las historias fantásticas de campesinos del Sudeste Asiático, que le atribuyen la capacidad de matar con la vista si fija la mirada sobre una persona, aquí no han encontrado eco, seguramente por el nivel de cultura general de la población

La lista de los villanos

Consultando la lista de peces de agua dulce introducidos de un país a otro en el mundo, y que presentan la categoría de Especies Exóticas Invasoras más dañinas (su impacto en el medio ambiente puede ser altamente perjudicial), encontramos efectivamente al clarias unido a varios nombres que resultan familiares.

Junto a la perca del Nilo, ciertamente responsable en parte de un desastre ecológico en el lago Victoria, en Africa, aparecen tres especies muy conocidas:

La lobina de boca grande, (Micropterus salmoides), nombrada  en nuestro país  trucha y que hace las delicias de los pescadores en la Laguna del Tesoro en la Ciénaga de Zapata y otros humedales del país. Un verdadero predador mucho más eficiente que el clarias.

La tilapia, que llegó a ser el 80% de la producción acuícola de Cuba y que hoy se cultiva en jaulas en muchos de nuestros embalses, sin que se haya demostrado, después de 40 años de introducción, que en nuestras condiciones representen un peligro para las especies autóctonas.

Las carpas, introducidas en el país durante los años 60, usadas como materia prima para productos conformados en Cuba. Solamente, la ciudad de La Habana, consume diariamente más de nueve toneladas de croquetas, en cuya formulación se usa masa de carpas. 

Pero lo verdaderamente notable es que la producción mundial de tilapias y carpas, esas mismas catalogadas, con razón seguramente, en la lista de especies invasoras, supera, según estadísticas de la FAO, los 20 millones de toneladas al año, es decir, el 40% de toda la producción acuícola del  2004. En un mundo donde se derriten los polos y el clima cambia en detrimento de la producción de alimentos, esa cifra no es cualquier cosa. 

 ¿Dónde se pesca el clarias en nuestro país?

La reproducción, crecimiento, alimentación con pienso industrial o subproductos de la industria procesadora, y la cosecha de clarias del Ministerio de la Industria Pesquera, se realiza fundamentalmente en estanques de granjas dedicadas al cultivo de esta especie. También una cierta cantidad se captura en los embalses donde convive con tilapias y carpas chinas. Toda esa cosecha se beneficia industrialmente en plantas procesadoras en forma de filetes, siguiendo las normas sanitarias que el país establece para este tipo de producción.

Ahora bien, este pez tiene una enorme capacidad de soportar condiciones ambientales extremas. Resiste ayunos prolongados, puede vivir en aguas con prácticamente cero oxígeno, y tolera como pocas —y esto es muy importante para el cultivo— concentraciones de miles de ejemplares por metro cúbico de agua. En caso necesario, valiéndose de sus aletas pectorales puede desplazarse sobre tierra buscando mejores condiciones en otro lugar. Lo anterior, unido a sus hábitos predadores, ha creado, como ya se ha explicado, una mala imagen de este pez.

Existen evidencias de que dos años después de haber sido introducido en Cuba, las grandes lluvias que durante los años 2001 y 2002 provocaron los ciclones Michelle, Isidoro y Lily, propiciaron su dispersión.

No puede desconocerse, efectivamente, el peligro potencial que esta especie puede representar para la biodiversidad y los especialistas en la materia trabajan compilando la información necesaria para llegar a conclusiones científicas sobre el tema, pero existen muchas historias sobre el clarias y algunas muy exageradas.

No es posible desmentir la experiencia personal de alguien que diga que un clarias lo mordió (aunque no tenga dientes, como la trucha o el manjuarí), como tampoco se puede negar la experiencia  de alguien que diga que una gallina lo picó o que en la playa un cangrejo le atenazó un dedo. Pero si el clarias fuera casi una piraña, como afirman muchas personas a las que no se ha dado la suficiente información, cuando los pescadores acuícolas entran a un estanque con el agua a la cintura, para cosechar decenas de miles de clarias, habría que tener junto a cada uno de esos estanques que se explotan en el país, una ambulancia y reservas de plasma suficiente para infligir tantas transfusiones como pescadores estén trabajando. Esto, por supuesto, no es así y resulta un absurdo.

Otras razones

La producción de pienso a nivel mundial es hoy un quebradero de cabeza para las industrias pecuarias en el mundo. El componente proteico en el pienso para aves, cerdos, ganado mayor o peces alcanza precios astronómicos y la harina de pescado (con mucho, la de mejores propiedades entre todas las harinas dedicadas a la alimentación animal), remontó en diciembre de 2007 los  1000 USD/ton (CPAM, dic 2007).

El clarias posee la característica de aceptar como alimento una masa proteica molida y enriquecida con mieles, que se obtiene de los subproductos de su propio proceso industrial. Esta dieta, combinada con pienso, garantiza su rápido crecimiento en los estanques de cría y permite reducir los costos y sustituir importaciones de pienso y de pescado.

El Ministerio de la Industria Pesquera solo explota y comercializa el clarias que produce en sus granjas de cultivo a lo largo del país y el capturado en los embalses, junto al resto de las especies de agua dulce. La afirmación de que pueda comercializarse clarias capturado en cualquier otro lugar y bajo otras condiciones sanitarias que las establecidas, carece de fundamento y no se ajusta a la realidad.

La venta de este producto en forma de filetes no responde, en última instancia,  a objetivos de tipo comercial, sino al interés de suministrar una proteína sana de altas propiedades nutricionales. Sería lamentable que decisiones provocadas por la emoción o historias muchas veces exageradas, privaran a algunas familias de un plato nutritivo y agradable al paladar.

Opiniones del doctor Vicente Berovides, de la Facultad de Biología de la Universidad de la Habana.

Aunque no todas las especies exóticas son dañinas, los más precavidos sugieren no correr riesgos ante el manejo de estas identidades biológicas. La voz de alerta recorre el planeta debido a la agresividad de las llamadas exóticas invasoras (EEI), convertidas en una amenaza para la diversidad biológica nativa de cualquier ecosistema, una vez expandidas.  “El clarias es un ejemplo actualísimo, resalta Berovides. El Ministerio de la Industria Pesquera (MIP) dice que es un alimento muy útil para la población. Eso es perfecto, —y viene al caso decir que no soy un ecologista romántico que dice NO a todo—, pero evalué la introducción de esta especie, y sostengo que el problema no es lo exótico, sino su control.»   “¿Quiénes introducen? Organismos estatales, a veces desconocedores de los principios ecológicos. El problema es que algunos piensan que la claria está alimentando a la población cubana. Ante esas noticias ¿qué va a hacer usted?” El controversial asunto ha suscitado encendidas polémicas en círculos de ambientalistas, economistas y decisores, que han llegado hasta la prensa, pero una verdad ha sido demostrada: los mecanismos humanos no son infalibles, y el desastre ambiental es muy difícil de revertir.
Una evaluación preliminar de la biodiversidad potencialmente amenazada por la presencia de clarias, elaborada por el Centro Oriental de Ecosistemas y Biodiversidad (BIOECO), pone en evidencia que “crustáceos, peces, anfibios, reptiles y aves, e incluso insectos acuáticos y moluscos, se hallan entre los grupos de mayor riesgo”. (Fragmento de una entrevista para la revista Juventud Técnica)

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