El cambio climático: un problema global

No es simple retórica; ahí están las realizaciones y los hechos concretos, avalados no sólo por nuestras instituciones, sino también por prestigiosos organismos internacionales como la FAO, el PNUMA y el PNUD, y por organizaciones ambientales como la WWF.

Sentar las bases

El nuestro es uno de los pocos países del mundo que ha continuado, por casi medio siglo, incrementando permanentemente su superficie boscosa y que tiene un programa nacional para continuar haciéndolo. Recordaremos que en 1958, en el país solo se disponía de una cobertura del 13% de bosques, en tanto cerramos el pasado año con el 24,9%.

Para garantizar el suministro de agua potable a la población, que hoy supera el 95%, agua para el riego en la agricultura y para la industria, se ha venido desarrollando un intenso programa hidráulico que ha permitido incrementar  la capacidad de embalse de unos 48 millones de metros cúbicos en 1958 a más de nueve mil millones de metros cúbicos en la actualidad.

Los suelos, nuestro recurso natural más degradado por los siglos de explotación indiscriminada y por la destrucción de nuestros bosques, disponen de un programa nacional para su mejoramiento y rehabilitación, en el cual más de medio millón de hectáreas son beneficiadas anualmente.

La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en 1994, la aprobación de la Estrategia Ambiental Nacional en 1997 y la promulgación de la Ley No. 81 del Medio Ambiente en el propio año, establecieron la base de una adecuada institucionalidad en el país para acometer un enfoque integrado para todos los ecosistemas y abordar de forma más coherente el trabajo ambiental en todos los sectores económicos y sociales.

Desde hace más de diez años, toda inversión que se realiza en Cuba requiere, para su ejecución, de una licencia ambiental, y en muchos casos está precedida por un proceso de evaluación del impacto ambiental, que contempla un minucioso estudio o diagnóstico  realizado por entidades especializadas y debidamente acreditadas en el país. Esto garantiza que  no se generen nuevos problemas ambientales de contaminación o destrucción del patrimonio natural.

Se podrá comprender el enorme esfuerzo del país para garantizar  el cumplimiento de todo lo dispuesto en medio de un feroz y criminal bloqueo económico, comercial y financiero que nos impide adquirir tecnologías limpias o ambientalmente  adecuadas, o que nos encarece su adquisición. Hay que expresar que ha sido una proeza alcanzar niveles de sostenibilidad en la batalla permanente por el desarrollo social y el crecimiento económico, en circunstancias complejas y difíciles.

Consecuencias de un cambio climático

El tema del cambio climático deja de ser, cada vez más, un asunto solo de científicos y ambientalistas, y pasa al plano político, donde los Estados y sus líderes, los medios de comunicación masiva y toda la sociedad desempeñan un papel  esencial, en la solución de un problema global, que nos lleva por primera vez a la encrucijada de la desaparición de la especie humana.

Está demostrado científicamente el fenómeno del calentamiento de la Tierra y se han evidenciado todos los efectos que están ocurriendo a partir de ello. Se conocen sus causas y se han identificado los tremendos impactos, tanto en el orden físico, como en el económico, ambiental y el social. La humanidad se encuentra  seriamente amenazada y muchos países perderán parcial o totalmente sus territorios, se producirán efectos graves sobre la economía y la infraestructura técnica, ramas como la agricultura, el turismo, la silvicultura, la pesca, sentirán el peso de los cambios del clima. El agua será un recurso con mucha presión. También se producirán efectos importantes en la salud humana, animal y vegetal.

El cambio climático que hoy sufrimos es consecuencia directa de los patrones de producción y consumo insostenibles que han impuesto los países desarrollados, incluso a costa de la expoliación de los recursos naturales de los países del Sur. El injusto orden económico mundial, con el desmedido e irracional crecimiento de la producción y el consumo, agotan los recursos naturales del planeta a la vez que los contaminan, perpetuando desigualdades alarmantes entre las naciones y dentro de ellas.

Por otra parte, la variable demográfica, que indiscutiblemente tiene un peso importante en la resultante climática del planeta, no puede analizarse exclusivamente en el orden numérico, sino también desde el punto de vista cualitativo en cuanto a  su aporte. Debemos dejar bien claro que un habitante del Norte rico impacta hasta 100 veces lo que un habitante del Sur pobre.

Al igual que sucede en el comercio internacional, en el acceso a fuentes de desarrollo y a tecnologías limpias, en el tema del cambio climático se aprecia  una enorme desigualdad  de condiciones. Precisamente aquellos que más contribuyen  a la ocurrencia del fenómeno, que son los países más industrializados y con mayores emisiones de gases que provocan el calentamiento, son los países que tienen menor vulnerabilidad y se encuentran en mejores condiciones para adaptarse al cambio, por su propio desarrollo económico y tecnológico.

Hace 13 años…

En este tema no pueden dejar de mencionarse los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, los que están siendo impactados por la elevación del nivel del mar y el incremento de la temperatura. Ha sido un reclamo desde inicios de 1994, cuando se produjo la Conferencia Mundial  de Nacionales Unidas  sobre el Desarrollo Sostenible de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, efectuada en Barbados, al adoptarse la Declaración de Barbados y su Programa de Acción. Pasaron 10 años, y cuando en la isla de Mauricio, situada en el Océano Índico, se realiza la evaluación de su cumplimiento, pudimos comprobar que lejos de haberse avanzado, la situación de este importante grupo de países era más vulnerable y no habían recibido prácticamente ningún tipo de ayuda oficial para el desarrollo.

Hace 13 años, en Barbados, Fidel expresó: “Los poderosos discuten las formas del nuevo reparto del mundo. Los pobres y los países pequeños tratamos de saber cómo vamos a sobrevivir  en las próximas décadas. Si somos islas a unos cuantos metros sobre el mar, nos preguntamos qué ocurrirá cuando las aguas suban de nivel y si podremos enfrentar las sequías, los ciclones y demás catástrofes climáticas que nos esperan.”

Estos impactos, señalados por Fidel en época tan temprana como 1994, se han ido agudizando y hoy comprobamos las afectaciones de las catástrofes naturales, dada su intensidad y frecuencia, particularmente los ciclones, las fuertes precipitaciones, el avance del mar y la sequía. Si ahora mismo se dejaran de emitir gases de efecto  invernadero,  lo cual es incluso una hipótesis  improbable,  aún así sufriríamos por mucho tiempo  el efecto  del calentamiento global, pues ya están acumuladas millones de toneladas de esos gases en nuestra atmósfera, los cuales persistirán por decenas e incluso miles de años, actuando como una barrera a la salida del calor y provocando el incremento de la temperatura de  las agua y del aire.

Qué hacer…

Hay dos maneras de actuar frente al cambio climático. Una es la mitigación en la emisión de los gases de efecto invernadero (GEI). Se trata de la reducción de esas emisiones. Esto solo es posible si los países desarrollados cambian sus patrones de producción y consumo en primer lugar. También hay que considerar que otras naciones, cuyo desarrollo en los últimos años es impresionante, como China y la India, no asuman patrones similares, es decir, lo hagan  sobre la base de una economía con baja intensidad energética respecto a los combustibles fósiles.

En este orden también hay que considerar el desarrollo científico y tecnológico, que permita, sin limitaciones políticas y económicas, pasar a una fase de desarrollo limpio en materia de emisión de GEI, con un mayor uso de las energías renovables a nivel planetario. Otro importante factor a considerar es el incremento de la superficie boscosa como elemento de consumo o secuestro de estos gases, principalmente CO2, lo cual es un imperativo de supervivencia  de la especie humana, dada sus interrelaciones con otros problemas  ambientales como la desertificación, la sequía, la pérdida de la diversidad biológica, la contaminación y el agotamiento de las aguas.

La otra actuación frente al cambio climático es la adaptación, que consiste en la implementación de medidas que disminuyan nuestra vulnerabilidad ante esta grave amenaza global. Precisamente somos los países subdesarrollados, y especialmente los pequeños estados insulares, los más vulnerables, por lo que nos resulta urgente identificar los principales impactos  en la economía, la naturaleza y la sociedad, para adoptar las medidas  que posibiliten su atenuación al máximo posible.

Entre los impactos más adversos del cambio climático se encuentra la elevación del nivel del mar, lo cual provocará la reducción de la disponibilidad y la calidad de los recursos hídricos, afectará los manglares y los ecosistemas costeros e incrementará la vulnerabilidad de los asentamientos humanos situados en las costas.

El calentamiento del aire y las aguas favorecerá la evaporación y la aridez, lo que a su vez producirá la reducción de las áreas forestales, la pérdida de biodiversidad, la reducción de las áreas de cultivos, la pérdida de productividad y la ocurrencia de sequías más intensas y frecuentes.  También se producirá el blanqueamiento de los corales como secuencia de la elevación de la temperatura del mar.

La existencia de mayores concentraciones de CO2 en la atmósfera determinará que los mares y océanos disuelvan una mayor proporción y se incremente en ellos la acidez, provocando la desaparición o disminución de numerosas especies. Al mismo tiempo se favorecerá el crecimiento y desarrollo de algas que a su vez emitirán gas metano, contribuyendo  a la elevación de la concentración de los GEI en la atmósfera.

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