Cuando escuchamos hablar de radio, inmediatamente pensamos en el sonido, en la oralidad, en la voz. Es natural, esos elementos les son consustanciales. Sin embargo, vivimos hoy en un mundo transmedial, donde confluyen elementos que antaño fueron privativos de un medio impreso, televisivo o radial.
Las diferentes plataformas digitales permiten potencialmente escuchar su emisora favorita on line en cualquier punto del planeta, o acceder a un repositorio de propuestas a demanda. Ahora usted puede incluso ver el rostro del locutor que conduce su programa favorito, o el espacio físico desde donde se hace.
Todavía recuerdo cuando asistí invitado en 2018, a la emisora radial La Mejor FM. 92.5, en el estado mexicano de Colima, para intercambiar sobre nuestros proyectos con el reconocido radialista Max Cortés. Al comentar aquel diálogo a los amigos más cercanos, ellos me dieron detalles sobre los gestos, el vestuario, las palabras… Sabían todo lo acontecido.
El mundo de hoy ha conformado un auditorio urgente y multimedial.
En este universo de cambios cualitativos, no hay que olvidar que la radio también se escribe. No hablamos ya del guión como columna vertebral de cada propuesta (una verdad de Perogrullo), nos referimos al universo web de páginas radiales, que exige un producto comunicativo nuevo, que ha de asumir titulares, texto escrito, fotografías y material gráfico diverso, vídeos y diseño.
Es preciso hacernos interrogantes inaplazables y responderlas sin complacencias ni formalismos, como un ejercicio de análisis y de constante superación.
¿Hasta dónde hemos perfilado, atesorado y explorado esa radio otra? ¿Hemos diseñado páginas funcionales, atractivas y contemporáneas? ¿Cómo construimos la promoción de nuestras emisoras a través de las redes?
¿Hasta dónde hemos asumido que la elaboración de un título o complejo titular, no es una simple frase de encabezamiento, sino grito, vitrina y sustancia de la información?
¿Hemos cuidado la estructura y extensión, la elaboración de los párrafos, la corrección lingüística y ortográfica… o esos elementos han sido sacrificados en pos del contenido que se transmite?
Cada elemento comunicativo es importante. Si bien, es impensable asumir estos sitios webs como páginas de periódicos, sin la interactividad necesaria; esa multimedialidad no puede descuidar en modo alguno, lo que se escribe, subordinándolo al resto de los elementos.
El viejo discurso ha quedado atrás. La palabra es poderosa siempre: tanto la que se dice como la que se escribe. Hay mucho camino conquistado en la radio cubana, no hay que negarlo; pero un recorrido atento nos permite apreciar también que faltan tramos por andar, calidades que perfeccionar.
Si hay “sonido para ver”, también hay “sonido para leer”.