Dora Alonso en la Radio Cubana como una flor que perdura

Tal vez por ello aquella mañana de la entrevista le confesé que guardaba en el maletín una batería de preguntas adicionales. Ella sonrió con una mirada cómplice como quien las esperaba. Y empezamos:

¿Qué cosas le fascinan a usted en la vida?

La lluvia, el mar, los caballos, el canto de los gallos que para mí es una alegría, una nostalgia deliciosa, un reposo y aquí n podemos olvidar que mi origen es campesino. Ese lamento que hace llegar el gallo de madrugada, que parece despertar la noche o dormirla, par mí es un sedante, una rememoración de toda mi vida, es un alivio.

Dora, hábleme de los recuerdos más intensos que tiene usted de su infancia.

Yo lo refiero en un libro, para mi entrañable, dedicado a la memoria de mi madre cuando ella murió. Hay un recuerdo que parece pequeño, pero es definitivo en mi vida y tiene que ver con el sentido del patriotismo. Mi madre siendo jovencita, ayudó a los mambises y los familiares de ella que eran campesinos, fueron enlaces en la zona donde vivían, en el sitio Tres ceibas del Término de Máximo Gómez, provincia cubana de Matanzas.

Mamá tenía catorce años y se ponía lazos azules y desafiaba a los españoles. Recuerdo que a la luz de una lámpara de luz brillante, en una casa de madera con persianas que el viento de enero hacía sonar, ella nos refería cuentos de su infancia, de la época de la esclavitud, que había conocido después de la liberación de los esclavos, cuentos de la manigua.

Mamá nos hablaba de Cuba y José Martí, quiero decir que aquella niña sensible que era yo, empezó a creer en Martí como amigo. Yo hablaba con Martí de niña, cuando jugaba con mis pocos juguetes, o en el campo bajo los árboles o encima de los árboles donde yo trepaba como un lagarto hasta los veintitantos años. Hablaba con él, casi le consultaba, era mi amigo y crecía con la sensación que hasta hoy llevo, es lo más profundo de mi niñez: Martí es mi amigo.

Quizás él ha sido un poco freno y un poco mano sobre mi frente, alivio y freno de las tentaciones. Lo más grande de mi infancia. Lo que me ha iluminado hasta el presente son los recuerdos de mi madre y su respeto por Martí.

¿Qué fue lo primero que usted publicó?

Fueron artículos de barricada sin saberlos escribir. Los hacía para Joven Cuba y para Prensa Libre, que era un periodiquito del municipio de Cárdenas, en la provincia cubana de Matanzas. Ese fue mi inicio por la libre. Le estoy hablando de los años 1933-34.

¿En qué momento de su vida sintió la necesidad de comunicarse literariamente?

Desde los 8 años. A esa edad gané un premio, digamos literario entre comillas que se instituyó en mi provincia. Yo estaba en cuarto grado y escribí una composición que tenía como tema un viaje que hice con un grupo de amigas en un tren. Fue una composición de dos cuartillas y para mi sorpresa y alegría me llevé el premio del municipio. Es decir, empecé y no he parado.

¿Cuándo aparece su primer libro?

Fue en 1961, publicado por Casa de las Américas. En la Cuba de ayer el escritor que no tuviera medios para resolver su propio problema, no había modo de que pudiera publicar un libro. Al triunfo de la Revolución y con motivo de convocarse el segundo Premio Casa envié la catarsis definitiva de mi vida campesina en una novela que titulé Tierra Inerme y ganó.

Dora ¿por qué la radio en su vida?

La radio en mi vida fue en principio una necesidad económica. Como a mi me había criada una negra que había sido esclava, decidí presentarme a la radio, después de estudiar unos libretos de radio que me facilitó un actor llamado Enrique Medina, con un cuento que titulé Humildad que trataba de la época esclavista. Yo quería con él significar una guía en mi vida: la lucha contra el racismo. Me contrataron en la Cadena Azul de radio.

Cuento, poesía, periodismo, literatura para niños ¿dónde se siente más segura?

Donde la temática me toque más.

¿Cree en los concursos literarios?

Si y no. De todas maneras pienso que hay que creer. Y le digo porqué. Yo me hice a través de los concursos. Tuve esa suerte, desde mi pueblo, sin conocer a nadie, mandaba tímidamente a los eventos literarios donde obtuve premios Por eso tengo que creer en ellos.

¿A usted le gusta cocinar?

No. Soy antihogar. Ni coser, ni cocinar, ni limpiar la casa.

¿Fuma?

Jamás.

Califícame su vida en breves palabras.

Trabajo y principios éticos.

¿Qué errores no cometería de volver a nacer?

Si es el mismo momento y en la misma situación los volvería a cometer.

¿Cuál es su filosofía de vivir?

La bondad, la comprensión, la belleza, la lealtad. Son cuatro fundamentos.

¿Qué personaje de su mundo literario es el más logrado para usted?

De mis novelas radiales, que fueron 14, mi personaje preferido fue Tata Fundora, en él reuní valores morales de varios familiares míos. Ese personaje pertenece a la novela Entre monte y cielo que escribí en 1946 y es mi novela más radiada en Cuba y también se ha transmitido en varios países de América Latina. En cuanto a la literatura propiamente hecha no tiene gracia decirte que tengo que remitirme a Agua pasada porque es la niña que soy yo. Pero en fin, cada persona de mi obra tiene su propio valor.

¿Escribe a mano?

No, pero la poesía sí, si la intento escribir a máquina se me traba la musa.

¿Existe la inspiración?

Sin dudas.

¿Tiene manías a la hora de sentarse a escribir?

No he tenido tiempo de recrearme en esa semi-brujería. Por eso tal vez no soy famosa porque escribí sin saber escribir. Fíjese esta en mi idea de la gloria: Hay escritores que me gustan y otros no, pero cuando se habla de la gloria literaria pienso en algo tan lejano a nuestros gusto como Esopo, y me pregunto: ¿Cuántos siglos han pasado?. ¿Puedo mi obra resistir la sombra de Esopo?. Entonces, si hay libros de cinco mil años que perduran. ¿qué será de mis pobrecitos libros?. Por eso estoy alegre de que ahora mientras esté viva los disfruten los míos , la gente que quiero, que lleguen mis libros a los niños y ellos me busquen, hasta ahí está la gloria. Dentro de 25 años la obra de Dora Alonso saldrá en dos líneas: Dora Alonso escritora, 1910 a 19…., preferentemente manejó el tema popular y ya. Todo mi trabajo en unas líneas.

¿Vale la pena entonces creer en la gloria?

Le prometo meditar en ello.

(*) Dora Alonso muere el 21 de marzo del 2001a la edad de 90 años.

 

 

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