Terminábamos una novela y empezábamos otra. Quién sabe cuántas miles de horas consumimos en el tecleo creativo de nuestras máquinas de escribir que nunca pidieron su jubilación y que aún hoy en día (por lo menos es mi caso) se mantienen en algún rincón de la casa sacándole, jocosamente, la lengua a la computadora, orgullosas, no hay dudas, de las guerras acontecidas. De cualquier manera, cada cual sabía del otro con el descanso que da tener compañía en el trabajo.
Así se acumularon los años, los que pasan pero se quedan, el ilustre tiempo que se vive sin el olvido, esa sensación de lo que queda y que quién sabe si no existió. Con lo anterior intento decir que nos vimos a saltos (sin saltar) de corre corre (sin correr), dejando que el tiempo vaya curveando los días como el planeta Tierra, marcando la posibilidad de un encuentro inesperado que nos ponga al día, de sopetón, como la bien pensada sub-trama (¿Gerardo le dirá sub-trama?) que irrumpe con beneplácito.
Y entonces, el día menos pensado, nos reencontramos ¿Caibarién?) y le escucho (como un alumno silencioso) una conferencia sobre la dramaturgia en los medios de comunicación masiva. Pese al calor terrible del aula y la ausencia del agua que no le trajeron durante la primera mitad de su clase y que lo resecó y nos resecó, lo que habló de forma amena y sugerente fue como recordarlo con la vitalidad del siglo que se aleja y la década prodigiosa en que ambos hicimos nuestro primer tiroteo en la radio cubana.
Y allí acordamos esta entrevista que ahora, sablazo del tiempo, detenernos para este intercambio de palabras juiciosas, entrañables, entre amigos que ignoran la dirección y el teléfono donde localizar al otro. Pero amigos que se respetan en los otros éxitos. En los que existen sin escribirlos. En los que tienen la dramaturgia definitiva de la vida.
De tu infancia ¿qué recuerdas con más emoción y nitidez?
Las frutas al alcance de mis manos colgando de las numerosas matas del patio de mi casa en el pequeño pueblo matancero donde nací.
¿En qué género comenzó tu vida literaria?
Creo que, como muchos, en la poesía.
Y hablando de géneros, a la luz de cambios que se vienen activando en los textos literarios si pensamos en términos de intertextualidad ¿Crees en ellos?
Claro, pero en el campo de la dramaturgia, que es el que creo dominar, hay que tener en cuenta primero lo que ya los griegos practicaban aun sin ponerles nombres. Eurípides, principalmente, utilizó la pieza y soluciones básicas del melodrama, léase Las troyanas e Hipólito. La literatura tiene tres géneros matriciales: la poética, la épica y la dramática y cada una de ellas opera lógicamente con géneros muy específicos y diferentes; en tanto la intertextualidad, como tú sabes, funciona para todas, y es materia de una disciplina diferente.
¿Qué ha significado en tu formación profesional el trabajo que has realizado en la Radio?
Ha sido básico. Aunque venía del teatro como actor, es decir, ya tenía mentalidad como tal, la radio me permitió sentir con más intensidad la creación: si allá interpretaba, aquí creaba –como un dios, como un poder, pude potenciar la figura de un ser humano porque conocía las necesidades de su intérprete. En la radio lo experimenté todo, me discipliné. Supe que, aunque hay momentos de mayor inspiración, a la musa también se le baja, porque la radio no espera. También tuve la suerte de caer en manos de un profesional muy exigente que me enseñó a discriminar las malas herencias del medio, me refiero al compañero Julio Batista, al cual nunca le agradeceré lo suficiente lo que ha significado en mi vida profesional.
Cuál sería tu apreciación, como escritor de gran experiencia en el medio radial, sobre la radionovela en Cuba valorándola en un corte desde la década del setenta del siglo XX hasta nuestros días. Y ¿Crees que en este campo nuestro país continúa a la vanguardia en América Latina?
Depende de lo que llames “vanguardia” en este campo, porque la presencia de la radionovela en América Latina ha sido intermitente; pero si te refieres al volumen y el mantenimiento de una tradición, creo que sí, la radionovela sigue siendo importante en nuestro país, pero actualmente no ejerce igual influencia que antes en el territorio que señalas. Un día una periodista me hizo una pregunta encaminada a destacar el aporte de un grupo de escritores de mi generación, en el sentido de que habíamos cambiado el estilo de la radionovela cubana; a riesgo de que se me quede alguien sin mencionar, puedo señalar a Eliseo Altunaga, al “gallego” Iglesias, a Zarraluqui, a Abelardo Vidal, a Héctor Quintero… a mí y a otros.
No hablo de ti, porque tú eres de la generación siguiente. Lógicamente me podría sentir halagado de que se reconociera, pero realmente hoy te puedo explicar lo sencillo que fue: cambiaba la época, cambiaba nuestro entorno, nuestra sociedad, y lógicamente su reflejo tuvo que coincidir con esa transformación, lo que, técnicamente se logró, hoy sí lo sé, con un cambio de género, para nosotros la radionovela dejó de pertenecer a un género no realista, el melodrama, para utilizar unos más agudos y realistas, la tragedia o la comedia. Tan simple como eso. En la actualidad, o desde un tiempo a esta parte, se ha producido en algunos casos, por lo que he podido apreciar como oyente o como jurado, un retorno al melodrama que llamo “aberrado”, es decir, de corte grandilocuente, evasivo, sin tener en cuenta la visión postmoderna que le ha abierto las posibilidades justas a este género, la del divertimento. El melodrama no se puede tomar en serio porque la solución suprema que lo clasifica es fortuita. Claro que hay sus, como se dice, honrosas excepciones, la de un Joaquín Cuartas, por ejemplo. Me viene a la mente un clásico suyo, Las parrandas de Remedio; es decir, el melodrama, sí, pero como un ejercicio lúdico, esa es su única posibilidad.
Radio, televisión, teatro, cine, docencia… ¿dónde te acomodas mejor?
Mira, en cualquiera de ellos porque todos me proporcionan la posibilidad creativa, pero he sentido que la radio y el teatro son más del escritor. El cine nació mudo, por lo que únicamente necesitaba una guía para ordenar sus chistes visuales, de ahí el término de guión, y, a pesar de lo que ha llegado a desarrollarse la especialidad, nunca ha logrado recibir igual valoración que la del director, por ejemplo, y todos sabemos que si no hay potencialidades en la letra muerta de un guión no podrá lucirse director o actor alguno. La verdadera creación está en nuestras manos, pero recuerdo que cuando se estrenó Te llamarás Inocencia hubo un crítico que ni me mencionó, y hasta yo mismo he caído en esa injusticia: en mi libro de dramaturgia hay un análisis de Fresa y chocolate donde igualmente le atribuyo virtudes a los directores, que tuvieron muchas, pero en diferente campo, que eran del guión de Senel Paz. Bien merecidas estuvieron las quejas que me dio. Y en cuando a la docencia, te diré que allá por la década de los setenta descubrí que existía para mi otro campo de placer y realización. Me ha obligado a la actualización constante y ha multiplicado mis éxitos, porque cada vez que un alumno logra algo lo siento como mío.
Tras varias décadas de trabajo intenso en el amplísimo campo de la dramaturgia ¿te parece que la telenovela cubana ha encontrado el camino de su consolidación?
No. Ha habido logros, desde luego; pero no conciencia del camino que se debía seguir; ahora se vislumbra una mayor claridad en la División de Programas Dramatizados, pero hay que capacitar mejor a los asesores. La televisión no puede esperar por el genio, tiene que establecer lo que Alfredo Guevara llamó en el recién terminado Congreso de la UNEAC. un diseño, pero no sólo para la programación que sale al aire, sino también para el trabajo con los escritores, tienen que estar concientes de que existen técnicas de estructuración que garantizan, al menos, la media de calidad. El éxito de la mayoría de las telenovelas brasileñas no se debe en gran medida a sus excelentes actores ni a sus por cientos de exteriores, se debe a la técnica de estructuración. Lamentablemente nosotros aún estamos en la etapa que yo llamo “desarrollista”, no hay un trabajo científico detrás de la creación, que para nada la coarta, porque el arte en una estructura clásica, como es siempre en las telenovelas, está en someter sus imposiciones y que la historia fluya como en la vida.
Dramaturgia e inspiración: combínalas, por favor…
Siempre les digo a mis alumnos: “Estudien la dramaturgia hasta convertirla en su segunda naturaleza. Luego olvídense de ella. Y cuando choquen con una difícil solución, guíense por la inspiración. Porque la técnica a pulso puede producir guiones correctos, pero fríos.
¿Qué escribes por estos días? (claro, si no es un secreto)
Trabajo en varios proyectos. Acabo de regresar de Caracas, donde fui por la TV Cubana a impartirles un taller a los guionistas de Ávila TV, y me he enrolado en uno maravilloso, un documental sobre la historia de la estancia de Martí en Venezuela. Tengo por otro lado que terminar la investigación, también para un documental primero y luego para un largo, de la vida del Obispo Espada; es un proyecto de la Productora Octavio Cortázar, antigua Hurón Azul, de la UNEAC con un canal de televisión del País Vasco. Y bueno, otros más que aún están en etapa embrionaria.
¡Oh, el cine cubano !… analizándolo como espectador crítico: qué le sobra y qué le falta en su propio ajiaco.
Tener la inspiración de los primeros años de su existencia y darle más valor al trabajo de los guiones.
Dramatúrgicamente ¿qué obra del teatro universal (de todos los tiempos) es la pieza que consideras modelo paradigmático?
En el patio,»Aire frío», de Virgilio Piñera, aún no la hemos superado. Pero no puedo dejar de mencionar lo que admiro la obra de Abelardo Estorino y el buen manejo del melodrama postmoderno de Héctor Quintero, estoy pensando de nuevo en El premio flaco. Y en lo internacional no niego la influencia que recibí de los estadounidenses O’Neill, Tennessee Williams, Albee. Ah, de Lorca, siempre Lorca. Y finalmente de Antón Chéjov y su rescate de la pieza como género, me fascina esa estructura y ese género por su realismo y por sus posibilidades para la indagación humana, desde La Gaviota hasta el Jardín de los Cerezos, todas.
¿Se impone un rescate analítico definitivo y definitorio de lo mejor y más auténtico del drama radial cubano? En todo caso ¿qué acciones habría que emprender?
Definitivo y definitorio no creo que lo logremos nunca, porque siempre será al criterio de alguien, pero sí pienso que el drama radial cubano, como le has llamado, por su aporte cultural, no hay que olvidar que por muchos años la radio (toda mi niñez y primera juventud) fue el único soporte generalizador de cultura del país, merece que muchos lo tomemos en serio y más de uno se dedique a indagar, a analizar sus aportes y a divulgarlos.
¿Qué le recomendarías a los creadores de los medios audiovisuales?
Que busquen mi libro de dramaturgia, que se lo lean y que rebatan cuanto dije en él. Si lo hacen, daré por satisfecha mi misión: sistematizar el estudio de la materia.
Lo complicado es, Gerardo, encontrar tu libro “Dramaturgia. Método para escribir o analizar una obra dramatizada”. En la próxima entrevista (a propósito, amigo, la televisión cubana retransmite por estos meses la telenovela brasileña “La próxima víctima”, en un horario que no lo ven ni los bomberos de guardia, ni siquiera los de “Historias de Fuego”, ni las nuevas generaciones que quisieran acercarse a ella, salvo los que tengan video para grabarla) buscaremos (buscaré) otro cuestionario que te complique más la existencia y quien sabe si comience por preguntarte : dramatúgicamente ¿se logró ”Historias de Fuego” o un voraz incendio la autoconsumió?.
¡Hasta la víctima próxima, hermano¡. ¿Lo escribí al revés?