Un monumento erigido a la esperanza
Lo supo Martí, con ese pensamiento cuyo alcance trascendió barreras temporales: era imprescindible liberar a Cuba, para contener el avance imperialista sobre los pueblos de América. Esa seguridad martiana perduró, y devino esperanza certera, sueño latente, ineludible responsabilidad. Aquellos que le siguieron en ideales, voluntad de acción y sacrificios incalculables por la Patria, también lo comprendieron y, en consecuencia, han obrado desde aquel día glorioso de 1959. Lo cierto es que, con el mérito de haber levantado una Revolución en las narices de aquellos cuya prepotencia les hace creer que, por ley divina, están predestinados a poseer lo que llaman …