La impunidad, enemiga mortal
Hoy constatamos que la impunidad se enseñorea tal si fuera un atributo que sirve para sojuzgar, esclavizar, e imponer un orden a ultranza que, a todas luces, no es más que implantar en el mundo un sistema degradado y enajenante que sirve, sobre todo, al gran poder del mundo rico, empeñado a sangre y fuego en prevalecer por encima de toda consideración humana que favorezca los legítimos derechos de los pueblos.