¡Hasta siempre!, Bernie Dwryer

La recuerdo, siempre ofreciéndome una sonrisa al encontrarnos e impregnándome de su terco optimismo y amor a la vida.

La recuerdo, como la fundadora -como ella jocosamente me decía-, del Club de mis ¨Fans¨, integrado también por otras bellas e inolvidables amigas que me han sido arrebatadas por la muerte.

Yo, amenazado también por la enfermedad y por un traicionero cuerpo cansado, al que empujo y convenzo a diario para que no se rinda, no puedo llorar a la amiga querida que se me fue. La llevaré en el corazón mientras quede en mí un hálito de vida y sea consciente de que nunca me rendiré ni al cansancio ni a tanta injusta muerte que me golpea. Llevaré, simplemente, su sonrisa como brújula.

Escribo esta nota con letras rojas, eludiendo el negro luctuoso de una letra que rehuye a mostrar su nombre y mi dolor, vencidos ante la tristeza. Escribo en rojo, como la sangre, como las banderas que levantamos más de una vez en nuestras vidas.

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