por Este es el último artículo de una serie especial, comenzada hace una semana, bien lejos de los climatizados estudios principales en La Habana, cuando un reducido grupo de Radio Rebelde, integrado por solo cuatro especialistas, desembarcó en Moa, a mil kilómetros de la capital del país, una tarde lluviosa y gris de este Noviembre que transcurre.
Desde el aeropuerto moense, fuimos directamente a lo que sería nuestro centro de operaciones, a partir de ese momento.
Nos esperaban, todos, dicho así, literalmente, y sin exageración alguna, los trabajadores de La Voz del Níquel, la extensión radial cubana, desde hace 35 años, en las tierras rojas del nordeste oriental cubano.
Caía la tarde del jueves. Lo que sucedió desde ese momento no es posible contarlo en pocas líneas. Cada uno de los recién llegados se integró, como en un gran taller, a diversas acciones afines, para modelar, hasta el detalle, lo que serían luego, dos emisiones memorables de Haciendo Radio.
Así, mientras el Director General del programa, Ismael Rensoli, modelaba con su especial y humilde magisterio, el «traje a la medida» para la imprescindible dramaturgia en campaña de lo que saldría al aire doce horas después, el experimentado realizador, «todo terreno» y adiestrado para cualquier contingencia técnica, Gonzalo Limonta, se mostraba como un obrero más de una brigada de técnicos de la emisora moense, para dejarlo todo «a punto de caramelo», y probar «con La Habana» esa misma noche.
Mientras tanto el conductor principal de Haciendo Radio, Magdiel Pérez, ya recorría la ciudad, contactaba con sus autoridades, conversaba con el pueblo en plena calle, indagaba, preguntaba, y hasta participa en un partido de dominó, empapándose del latir moense.
A esa misma hora, en el Informativo de La Voz del Níquel se decantaban, con hermosa transparencia, a partir de una especie de pre selección, los trabajos periodísticos que debían estar en la emisión del viernes, y entre todos, ya se indicaban otros para el sábado. Muy pocas horas transcurrieron.
Moa amanecía de cumpleaños, y desde las cinco de la madrugada, Radio Rebelde se encargaba de amplificarlo al mundo, desde el lugar exacto del acontecimiento, con una emisión de lujo de su estelar informativo Haciendo Radio.
Lo que sucedió entonces durante cuatro horas de ese día, y otras cuatro al siguiente, ya es historia.
Dicho con justeza, a Moa Radio Rebelde fue a aprender, y así lo proclamamos.
Y aprendimos con la incansable periodista y redactora Leonor, fundadora de La Voz del Níquel, y con el jefe técnico Dumont, consagrado y conocedor, con Erlin, brillante locutor, y especial persona, con los demás periodistas, incluyendo los «muchachitos» recién graduados. Aprendimos, y agradeceremos siempre el desvelo del Director de la emisora, Camilo Velazco Petitón, para que nada fallara, para que nada faltara. Sencillamente aprendimos de todos sus trabajadores.
Es que, en La Voz del Níquel de Moa, a mil kilómetros de La Habana, hay una segura extensión de Radio Rebelde. Pero no es ese el único ejemplo.
El domingo, a media mañana, un vehículo se detiene en la calle principal de Sagua de Tánamo, frente a la recién remozada emisora municipal Ecos de Sagua.
Les confieso, que los años en esta profesión, nos hacen pensar a veces que pocas cosas sean capaces de emocionarnos ya. Tremenda equivocación.
Cuando terminamos de subir por las escaleras que dan paso al portal de la planta radial, nos percatamos que allí estaban todos sus trabajadores esperándonos con ese rostro inequívoco de cuando se recibe a una familia querida.
Medió solamente el escaso tiempo necesario para disfrutar juntos una taza de humeante café de Sagua de Tánamo.
Unos minutos después, ya preparábamos, bien unidos, en familia, la emisión, que ahora podemos calificar de histórica, de Haciendo Radio desde Naranjo Agrio.
Otra vez, como tantas, la frase pronunciada por el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, aquella tarde memorable, hace más de veinte años, se cumple con creces: Radio Rebelde, es toda la Radio Cubana.