Una maestra en Zona Roja (+Audio)

Gente laboriosa y anónima que ha dejado la piel en los hospitales de campaña de toda la provincia, siempre aportando mucho y cuidando los recursos materiales de las escuelas, para que nada se dañe.

Ya tiene 18 años en las labores del sector pero su vida cambió, indudablemente, cuando le pidieron asumir como representante de las labores en el centro mixto Simón Bolívar, su escuela querida, un sitio en el que ya contaba en esas fechas cinco años de trabajo. Ahora llega allí a las 7:00 am y su vida es un remolino.

Le ha tocado aprender a controlar la cantidad de combustible que tiene un grupo electrógeno y el tiempo que puede durar, sabe que no debe quedar vacía la nevera con agua fría del pasillo; y está pendiente también de que la ropa salga y regrese de la lavandería en las bolsas negras que garantizan la higiene. Eso, entre un sinfín de otras cosas.

Ha visto pasar a la muerte por frente a su cara; le ha tocado sobreponerse al miedo cuando llega algún familiar vuelto paciente y, más de una vez, se ha enterado de que comenzó un nuevo día, justo cuando ve salir el sol tras una noche completa de trabajo.

En casa está la familia, su mayor aliento. Esa mujer como tantas, cubana y agradecida, en medio de una pandemia.

 

 

 

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