Ni paredes ni telones en su acto final

Molina y sus personajes eran uno solo. Qué triste saber que ha muerto. Otra de las tristezas que se sienten profundo por estos días. Y no paro de pensar en los años que le faltaron y en que pudo continuar personificando aquellos personajes mágicos, místicos que refulgían dramáticos o insoportables, que nos hacían admirarlo tanto.

Pero no quiero recordarlo con lágrimas. Enrique Molina fue el actor favorito de muchos. Fue y es, porque los buenos recuerdos y los sentimientos de admiración no se van como los cuerpos, se quedan como las obras. Cada una de sus películas lo traerá de vuelta, y verlo será una inmensa alegría de vivir.

El teatro no tendrá paredes ni telones que cierren su acto final. Se queda allí, detrás de bambalinas, encarnando, sintiendo, viviendo, jugando a ser otro.

 
 
 
 

Autor