Una profesión de lucha y almas templadas

Nuestra historia está llena de ejemplos de la entrega y sacrificio de quienes decidieron salvar vidas e incluso entregaron la suya por el bienestar de otros.

Nuestros médicos estuvieron en los campos cubanos en la gesta libertaria que se inició el 10 de octubre de 1868. No solo atendieron a los heridos, sino que también empuñaron el machete para combatir a las fuerzas colonialistas españolas.

Por su valentía y dedicación seis de estos profesionales alcanzaron las estrellas de general y 13 fueron fusilados, de acuerdo con los estudiosos.

Ese espíritu guerrero, pero también humano ha estado presente siempre a lo largo del tiempo, y  tuvo su máxima expresión al triunfo revolucionario de enero de 1959, cuando se inició la solidaria ayuda médica a otros pueblos.

Profesionales de la salud han brindado su asistencia oportuna y desinteresada en diversas regiones del mundo. Han respondido ante catástrofes naturales o sanitarias, llevando alivio y esperanza a muchos ciudadanos.

Ante el ébola, en África, o el cólera, en Haití, nunca vacilaron en poner a disposición de otros sus conocimientos. Ahora ante la Covid-19 que ha puesto a prueba a los servicios sanitarios a nivel mundial han apoyado a sus colegas de otras latitudes.

Sin importar el riesgo, ni la distancia geográfica, en todo momento la prioridad ha sido salvar vidas, y contener la pandemia.

Cerca de 30 naciones han recibido al personal cubano de la salud, que a su partida ha dejado nuevos amigos y el agradecimiento de muchos.

Tal ha sido el impacto de la ayuda médica cubana que un reclamo ha ganado fuerza en el mundo, el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al Contingente Henry Reeve.

Y de almas templadas son también quienes han permanecido en el país, y con amor y entereza han hecho frente al reto de cuidarnos y brindarnos la mejor atención ante la Covid- 19.

Por eso en este Día de la Medicina Latinoamericana, que se celebra cada 3 de diciembre en homenaje al sabio Carlos J. Finlay, el reconocimiento de todos a los valientes, decididos y abnegados profesionales cubanos de la salud, que siempre nos regalan su mejor sonrisa y un trato humano.

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