El fascinante mundo de las emisoras de la capital (I)
Nacieron para la memoria radiofónica de Cuba estos escritos, que se crearon a partir de varias visitas y testimonios con anécdotas sobre la radio en La Habana antes de 1959, en que triunfara la Revolución.
En ocasiones, en mi etapa de niñez y adolescencia, me gustaba escuchar cuanta estación de radio sintonizaba mi padre, allá en la colonia cañera de Caridad 3, en el central azucarero Macareño, al que luego se le denominó Haití. Como podrán imaginar por el nombre, rindiendo tributo merecido a la emigración que se asentó y trabajó en condiciones precarias, de semiesclavitud, en esa zona de Camagüey.
En mi adolescencia sentía fascinación ante el contacto con emisoras de la capital; era como un descubrimiento muy interesante. Nunca me llamó la atención el por qué, si no eran nacionales, se escuchaban en aquel apartado lugar del sur camagüeyano,
Para conocer un poco más de las emisoras que escuchaba en mi adolescencia y de las otras que no recepcionaba nuestra radio Zenith de batería, con su larga antena dipolo sobre el caballete del techo de mi casa, logré conversar con Pedro Llera Diego, uno de los hombres de la radio habanera, de aquel entonces.
A Llera lo conocí hace muchísimos años en La Habana. Le otorgo la categoría de especialista en las interioridades de la radio capitalina.
Llera posee una memoria fabulosa. Un hombre que, aunque oriundo del pequeño pueblo de Güira de Melena, en la antigua provincia de La Habana, comenzó su profesión en 1948, en la capital del país.
De larga y fructífera trayectoria, hombre desenfadado y locuaz. Y no quedan dudas, muy observador. Con la capacidad de recordar, sin un papel en la mano, datos que para los que amamos a la radio, resultan trascendentes.
El jueves próximo continuaremos sobre este anecdotario, gracias a la increíble memoria de Pedro Llera, un hombre que nos descubre la historia de la radio en La Habana, un tema del que nunca se ha hablado y mucho menos escrito.