El olvido y sus consecuencias

Por eso es que se insiste, una y otra vez, en seguir denunciando tanta maldad, sobre todo para que los más jóvenes comprendan con claridad lo que sería de nuestro pueblo si dejamos de luchar y virar la espalda al pasado. Quien escribe estas líneas ya era un jovencito al triunfo de la Revolución y por tanto, también conocí y sufrí aquel tenebroso pasado; el mismo que los grandes medios de comunicación se empeñan hoy en desconocer, diciéndoles a nuestros muchachos, -como afirma el intelectual Abel Prieto- “no mires atrás; no te compliques con dudas y preguntas; ocúpate de ti mismo y no pienses en los demás”.

Fueron muchos y variados los males de aquella época a la que nos quieren retrotraer. Permítanme muchachos una breve síntesis que pueda ampliar sus conocimientos: los presupuestos más bajos de la nación eran los que se dedicaban a la salud y la educación; fallecían 42 por cada mil nacidos vivos,  (hoy Cuba cuenta con la cifra más baja de América Latina y el Caribe); al triunfo de la Revolución la esperanza de vida era de 58 años,  (en 2019 es de 78); el analfabetismo se enseñoreaba por campos y ciudades (Cuba lo erradicó en 1961 y ocupamos el lugar 16 a nivel mundial por el índice de desarrollo educacional); nuestra gente del campo prácticamente fueron totalmente olvidados y vivían en extrema pobreza sin tener derecho de amar a su propia tierra donde labraba para el terrateniente, solo contaba con la esperanza que un día no existiera el plan de machete,  tiempo muerto y la mujer del bohío no tuviera que parir en el camino o en condiciones insalubres (este solo aspecto merece varias cuartillas).

Mucho más: para la dictadura que ejerció Fulgencio Batista ser joven era un delito; muchos murieron acribillados a balazos, otros como consecuencia de horribles torturas físicas, y muchos aparecían muertos en las cunetas de las carreteras, todo ello por querer cambiar tanta desgracia que sufría la patria. Las mujeres de entonces prácticamente dejaban de serlo, porque eran consideradas propiedades de sus maridos o, en muchos casos, simples objeto de placer sexual.

El bandidismo, la corrupción, el juego, la prostitución legalizada, los asesinatos selectivos, la mafia organizada en contubernio con los yanquis (Meyer Lanski fue uno de los más agraciados por Batista); la politiquería, la Guardia Rural, y muy fundamentalmente le entrega a los designios del amo yanqui, con la famosa Enmienda Platt y otros atropellos a la dignidad y decoro nacional, como aquel donde unos marines se orinaban en la estatua de nuestro José Martí.

De antemano pido disculpas a aquellos que les resulte obvia esta pequeña muestra de lo que fuimos. Pero la he mencionado por el deseo ferviente de NO OLVIDAR JAMAS. Y a los jóvenes que les ha servido de algo estas líneas les digo:

TENGAN PRESENTE QUE EL OBJETIVO PRIMERO DE LA CACAREADA LEY HELMS-BURTON, ES, PRECISAMENTE, LO QUE QUIEREN PARA CUBA, ES DECIR, SEAMOS DÓCILES, NO ES NECESARIO DEFENDER LA PATRIA, VOLVER AL PASADO, Y ADORAR LA COCA COLA, EL HOT DOG, Y EL CHESTERFIELD, Y TODOS LOS DEMÁS SÍMBOLOS PERVERSOS DE ESA SOCIEDAD CARCOMIDA POR EL EGOÍSMO.

También ustedes, enemigos de los pueblos, deben olvidar lo que afirmó nuestro querido Martí. “Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila”.

 

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