La cultura del análisis

Casi sin darnos cuenta, hemos creado millones de seres capaces de descubrir intenciones ocultas, medias verdades, y cantos de sirena. Engañarnos es cosa prácticamente impensable; conversando entre familiares, vecinos o compañeros de trabajo, se aprecia coincidencia de opiniones descubriendo el tigre escondido entre la maleza. En resumen, es como un pueblo graduado en política internacional al que no es posible engañar.

Respecto a la última directiva de Barack Obama, dada a conocer el pasado 14 de Octubre, deseo esclarecer solo algunos puntos: el mandatario expone que tal documento “promueve la transparencia dejando claras nuestras políticas e intenciones”. Y al respecto, Susan Rice, asesora de Seguridad Nacional, reconoció que en el pasado “hubo planes secretos contra Cuba”. Presidente y asesora: recuerden que sus políticas e intenciones contra mi país, así como los planes secretos, ya desde 1959 estamos acostumbrados a descubrirlos y derrotarlos.

En cuanto a cambiar los métodos pero no los objetivos, también estamos convencidos desde siempre. Todo obedece a la lógica imperial: si obedeces eres mi amigo, si no lo haces mantengo mi política de intervencionismo, injerencia y codicia a como de lugar, bien con metralla o con nuevos métodos acompañados de música que subyuga.

La misma Rice ha dicho que “quieren relacionarse de forma honesta con el pueblo cubano”, asegurando que harán más “transparentes”  los conocidos programas  de “promoción de la democracia en Cuba”. Ya sabemos muy bien que tales programas encubren los verdaderos propósitos de desmontar nuestro sistema socialista mediante el cambio de régimen (nótese el uso permanente de la palabra “régimen”, ellos son el gobierno de…y nosotros el régimen de…); objetivo para el cual han destinado millonarias sumas sin lograr sus inmorales e ilegales propósitos.

No quieren entender lo que hemos manifestado a viva voz y en todos los foros posibles: deseamos relaciones normales y respetuosas, pero no aceptamos condicionamientos, ni injerencias que, directa o indirectamente, menoscaben nuestra soberanía y dignidad nacional. Nuestros problemas y dificultades los resolvemos nosotros, no necesitamos patrocinadores foráneos, ni queremos la democracia a lo yanqui.

Y esto debe ser así porque, por nuestra parte, no le exigimos a Estados Unidos que desista de su sistema, el mismo que provoca tanta desigualdad e injusticia; tampoco que asuman una verdadera democracia de verdad, no la de los millones; le exigiríamos también la eliminación del odioso racismo; que no haya pobres en el país más rico del mundo y, como colofón la supresión de presupuestos escandalosos para aumentar el escalofriante arsenal de armas, todo ello a costa del contribuyente norteamericano.

Si no es así, entonces NO HAY ARREGLO. Bienvenida cualquier nueva directiva, pero diáfana, sin escondrijo ni cortina de humo. Recuerdo una frase que los pobres en Cuba le inculcaban a sus hijos: “somos pobres pero honrados”, a mi se me ocurre variarla un poco atemperándola a nuestros días: “somos pobres, pero no tontos”. Remember.

 

        

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