Ya está en Cuba el tenor español Plácido Domingo

Domingo, considerado por varios expertos como el más versátil de todos los tenores vivos, arribó la víspera al aeropuerto internacional José Martí, de la capital cubana, poco antes de la medianoche, informó Prensa Latina.

Amén de su vasta carrera profesional, el mundo entero conoce a este cantante madrileño por haber formado parte de la influyente sociedad artística Los Tres Tenores, que compartió con su compatriota José Carreras y el italiano Luciano Pavarotti, ya fallecido.

El artista ostenta el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, la Orden del Imperio Británico, es Comendador de la Legión de Honor, ha sido nombrado Doctor Honoris Causa en más de una docena de universidades, y cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Domingo ha cantado en prácticamente todos los teatros importantes de ópera del mundo y posee un impresionante repertorio en idiomas como italiano, francés, alemán, español, inglés y ruso.

Según lo previsto, en Cuba interpretará obras de músicos nativos de gran trascendencia como Gonzalo Roig y Ernesto Lecuona, por lo cual asumirá fragmentos de óperas y zarzuelas, entre otros géneros.

La dirección del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso informó que el equipo de realización del maestro Domingo solicitó 533 lunetas para seguidores internacionales que viajarán exclusivamente a La Habana para este concierto.

El Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano de la Música y el Consejo Nacional de Artes Escénicas, ubicarán pantallas afuera del teatro y dos mil sillas de libre acceso para la población interesada en ver en vivo el espectáculo.

Junto a Domingo subirá a escena la soprano puertorriqueña Ana María Martínez y la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, bajo la dirección del estadounidense Eugene Kohn.

A los 75 años de edad, el vocalista español no piensa en el retiro, y acaba de probarlo en Viena, la capital austriaca, donde en su faceta de barítono encarnó hace pocos días al malvado Macbeth en la ópera homónima de Giuseppe Verdi, basada en la tragedia de William Shakespeare.

Precisamente allá, el virtuoso recibió en 1991 la mayor ovación concedida jamás a un artista, inscrita de ese modo en el libro Guinness de los récords, pues duró una hora.

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