Y La Habana sigue llena de turistas

El timonazo del mandatario estadounidense, lejos de atemorizar, despertó sentimientos de rechazo y desdén entre los emprendedores cuyos negocios están vinculados de una u otra forma a la llamada Industria del Ocio.

“Yo no tengo temor. Nosotros hemos sobrevivido 59 años sin ellos”, dice Guillermo Ochoa, un mulato guantanamero dueño de una tienda de artesanías. Ochoa, quien dirige un negocio familiar en la Plaza de San Francisco de Asís, está seguro que seguirá viviendo, aunque no vengan los turistas norteamericanos.

“Creo que la afectación, según mi criterio no va a ser muy grande”, afirma José Antonio Pérez, al referirse al impacto del cambio de política de Estados Unidos hacia Cuba. Él es dueño de La Moneda Cubana, un pequeño restaurante familiar de 12 sillas, que fue el primero abierto en la zona histórica de la capital cubana.

“NO tenemos ahora una economía que dependa de Estados Unidos, como pasó al derrumbarse el campo socialista y la URSS”, apunta el empresario, cuya seguridad en el futuro es tal que tiene previsto agregar otras 8 sillas a su pequeño restaurante de la calle San Ignacio.

Lastimosamente, son los norteamericanos quienes están privados de hacer turismo en Cuba y ahora, con la decisión de Trump, para ellos el sol, las playas y nuestra gente, estarán más lejos, aunque La Habana siga llena de turistas.

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