La falsa realidad de los algoritmos de Google y las redes sociales (+Video)

En 2009 Google empezó a usar un algoritmo que personalizaba los resultados del buscador para cada usuario. Aquello fue un primer paso de lo que vendría después: la inteligencia artificial ha evolucionado mucho y ahora todo cuanto vemos, leemos y comentamos responde a un filtro concienzudamente creado para que todos esos contenidos se ajusten a nuestros gustos e intereses.

Los algoritmos nacieron con el objetivo de filtrar contenidos de calidad y relevantes en medio del mar de datos que abundan en internet, y así ahorrarle tiempo al usuario, que al mismo tiempo estaba más satisfecho.

Sólo hay que ver Facebook: nos muestra las actualizaciones de nuestros mejores amigos, las noticias de los medios que coinciden con nuestra ideología y los anuncios de productos que nos gustan y que nos podemos permitir.

El usuario accede a un mundo que se ajusta a él como un traje de chaqueta, donde no hay nada que le chirríe ni le desagrade. El problema es que este mundo es ficticio, o al menos una parte muy pequeña del real, que es mucho más grande.

El propósito de los algoritmos también era hacernos el mundo más fácil, ya que están programados para darnos alternativas y ofrecernos servicios automáticos más cómodos y mejores que los manuales.

La crítica que les hacen algunos va más allá de que tergiversan nuestro mundo, sino que no son desinteresados ni responden a las demandas de los usuarios (como nos hacen creer), sino que los programan multinacionales (Facebook, Alphabet, Amazon, etc) que sólo buscan sacarles rédito económico.

Los algoritmos se han ido colando en nuestra vidas casi sin que nos demos cuenta. Una intromisión silenciosa que ha sido incluso placentera, porque han diseñado una espiral de auto-esfuerzo de nuestras creencias, gustos y convicciones.

Su influencia además ahora se extiende más allá del mundo digital y de internet, porque cada vez hay más objetos conectados y estos a su vez nos ofrecen prestaciones y servicios, en teoría, adaptados a nuestros hábitos. ¿O somos nosotros lo que nos comportamos según sus opciones?

Cómo evitar que los algoritmos nos controlen

Hay un amplio debate abierto entorno al poder, muchas veces imperceptible, que ejercen los algoritmos de inteligencia artificial sobre nuestras vidas y nuestra forma de ver el mundo.

Pero para salir de la burbuja en la que uno está metido primero tiene que ser consciente de ella. Por eso algunos defiende la importancia de educar a la sociedad y a los usuarios para que vean que lo que consumen no es fruto de su voluntad.

Crear ciudadanos críticos que se pregunten por qué reciben esas notificaciones y no otras, quién las envía y qué impacto tienen sobre ellos.

Aunque la responsabilidad no es sólo suya (o nuestra), las grandes tecnológicas tendrán que formular códigos de ética (o habrá que obligarles a que lo hagan) que regulen cómo programan los algoritmos y cómo forman a sus desarrolladores para crearlos.

Tomado de TICbeat / Editor: Conrado Vives Anias.

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