El Tío Sam y los Derechos Humanos

Como he mencionado en otras ocasiones EE.UU. es un verdadero artífice de las contradicciones. Hoy le hablan al mundo acerca de la necesidad de lograr mayor democracia, y mañana celebran con júbilo cualquier golpe de Estado o blando que se produzca en algún país, y es el primero en conceder su beneplácito  a las nuevas autoridades, independientemente que son ellos mismos los patrocinadores del golpe.

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La FEU de hoy

No puedo evitar, al pensar en la Federación Estudiantil Universitaria, que renazca esa cierta nostalgia que siempre nos trae el espíritu juvenil de una organización a la cual la mayoría de los profesionales cubanos le debemos mucho, comenta el periodista Francisco Rodríguez Cruz. Y precisamente, este 20 de diciembre, la conocida FEU —esas siglas de esta época y de todas las épocas— celebra su centenario, como la organización estudiantil más antigua de Cuba, y una rica herencia de valores y símbolos, que pasa por la aureola legendaria de líderes de la talla de Julio Antonio Mella, José Antonio Echeverría y el propio Fidel Castro. Quienes hoy la integran, cuando analizamos bien, son similares y a la vez muy diferentes a esas otras tantas generaciones que les antecedieron. Son muchachas y muchachos llenos de ganas de saber, con múltiples inquietudes, certezas y hasta dudas, pero sobre todo, con grandes esperanzas de hacer cosas concretas, útiles, nuevas. Y las emprenden sin temor a los riesgos, como ocurrió cuando arreció la COVID-19 o al enfrentar los más recientes daños de accidentes y huracanes. Este estudiantado actual vive, no obstante, en un mundo diferente, cada vez más complejo y donde las claves para entender la realidad no siempre son tan evidentes como quizás lo fue para sus predecesores; en un país, además, que necesita de ellos, pero que no siempre puede darles todo lo que ellos necesitan. La FEU de hoy, por tanto, más allá de las tareas cotidianas de la organización, tiene la difícil responsabilidad de continuar la obra creadora de una Revolución que, por sí misma, cambió el devenir de la historia patria, y a la cual hay que defender con inteligencia y arrojo, porque es la única garantía de la independencia y la unidad nacional. Y ahora, además, esta organización estudiantil …

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La FEU de Cuba

Pedro Enrique Sanrreglé estudia en el quinto año de la carrera de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Moa Doctor Antonio Núñez Jiménez. Dentro de poco tiempo dirá adiós a las aulas y como profesional mirará con el recuerdo su etapa estudiantil. Cuando habla de ella, a la hora de hacer un balance, no deja de reconocer lo que la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) ha significado en su vida. «En esta organización he acumulado momentos de aprendizaje —confiesa—. Estoy terminando mi vida universitaria; pero creo que gracias a ella soy mejor persona y estudiante. En el congreso trataré de transmitir mis experiencias a quienes ingresan a la organización y contribuiré en lo que se tenga que debatir». Para Roberto Alejandro Carrazana Carballo, de 23 años de edad, estudiante de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay en Camagüey, la organización fundada hace casi cien años, debe ser cuestionadora y transformadora de la realidad cubana. «Hay que traspasar los muros de la Universidad, y llegar a las comunidades del país —enfatizó a punto de viajar hacia el congreso—. Esa práctica debe enraizarse en el quehacer de la organización, desde la brigada». ¿Qué FEU queremos? En momentos en que las delegaciones del país se movían hacia las sesiones del 10mo. congreso de los universitarios cubanos, Juventud Rebelde se fue a varios centros de estudios para adelantar las opiniones que se expresarán en el encuentro. ¿Qué tipo de FEU queremos? ¿Qué profesionales requiere el país? ¿Qué FEU necesita Cuba? ¿Dónde debe poner el ojo la FEU? ¿Cómo debe ser la universidad cubana? Esas fueron algunas de las interrogantes que movieron los criterios más disímiles. Inés de la Caridad Hechavarría Ulacia, estudiante de 4to. año de Medicina en Isla de la Juventud, considera que prefiere una organización con los cimientos de Mella y …

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La radio llegó a la comunidad

¿Qué manual usamos para hacer radio desde y para las comunidades?¿Qué paradigma comunicacional emplear?¿Qué tecnología es la ideal para crear un producto radiofónico perfecto? La Vuelta Abajo demostró que la radio cercana a la gente debe gestarse entre la gente. Registrar las voces compartiendo el mismo suelo, bebiendo la misma agua, observando los parajes que señalan los dedos a lo lejos, mirando a los ojos vidriosos de quien cuenta su vida y sintiendo la complicidad de historias que parecen propias. Solo así los radialistas de corazón pueden trasladar a la audiencia a momentos, lugares y personas; transformar, sensibilizar y apoyar; multiplicar sueños. Fue en La Quimbería, Los Pelayos y El Rodeo donde sucedió la magia. Llegaron los amantes de la radio para saber de las heridas aun abiertas o semicuradas que dejó el Huracán Ian por estos lares, de los más afectados en el municipio San Luis; para dialogar sobre paternidad responsable y crianza respetuosa, participación popular y capacidad de resiliencia. Llegaron porque sabían que solo desde allí, con la radio al servicio de la comunidad, podían tejer las historias que querían contar. Volvieron cargados de tristezas colectivas, de alegrías compartidas, de testimonios crudos y amargos, pero también coloridos como la vida. Volvieron a Pinar del Río llenos de ideas para transformar los audios en alma y mostrarlos al mundo.   Por Glendy Hernández Arozarena.

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